¿Qué país de América Latina tiene una educación pública con futuro auspicioso? Ninguno. Ello se da no solamente por los pobres resultados de las pruebas internacionales PISA aplicadas a los estudiantes de 15 años de los diversos países del mundo sino también por la propia sensación de frustración de las comunidades educativas de todos los países que resienten su deficiencia e incapacidad de poner a los alumnos en condiciones de lidiar con las exigencias de su tiempo. Lo peor del asunto es que las gestiones ministeriales dan vuelta en torno al mismo modelo educativo necrosado, al que se quiere revivir desde hace 30 años haciendo más de lo mismo pese a todas las evidencias de que no funciona.

Mientras los gobernantes, burocracias ministeriales y sindicatos magisteriales encuentran la fórmula mágica y concuerdan cómo implementarla, quizá se requiera pensar en una segunda opción educativa para los niños y jóvenes, que no dependa exclusivamente del aparato formal ya existente (basado en escuelas regidas por el ministerio de educación). Podría ser un sistema de educación complementaria, regida por una institución diferente al ministerio de educación, que articule esfuerzos del gobierno regional, los municipales y las empresas, que ofrezca un catálogo completo de actividades educativas extracurriculares, de refuerzo y complemento, presenciales y virtuales, a las que pueda acceder todo niño peruano tanto en época de clases como fines de semana y vacaciones mediante un “bono extracurricular”. Allí podría desarrollar sus capacidades sin que ello dependa exclusivamente de las clases y profesores de la escuela pública formal oficial. Esta no necesariamente anda mal por culpa de los profesores (hay muchísimos que son competentes, dedicados, responsables y hasta sobresalientes), sino por falta de visión, creatividad y voluntad innovadora de los gobernantes, congresistas y las burocracias oficiales.

Agreguemos a eso que una parte de la educación privada latinoamericana también languidece por estar basada en modelos educativos retrógrados e inviables para nuestros tiempos, que siguen basados en la idea de que la escuela es una cárcel con reglas autoritarias y represivas en la que está prohibido disfrutar y lo que es peor, pensar. Darle a los niños y jóvenes la opción de asistir a escuelas complementarias diferentes a las convencionales, puede abrirles las puertas mentales, corporales, expresivas y emocionales que la educación tradicional les cierra.

¿Locura? Bueno, tenemos la obligación de pensar en fórmulas locas porque las que corresponden al pensamiento convencional tradicional no dan (ni parece que van a dar) resultados satisfactorios. Además, buena parte de los niños y jóvenes que asisten a la escuela privada ya experimentan este doble circuito de actividades educativas complementarias (basta ver el horario de sus ocupaciones diarias, de fin de semana y vacaciones).

A propósito de todo esto, el 23 de julio la BBC publicó “Summer schools to help poor pupils catch up” en la que habla de una escuela de verano gratuita para nivelar niños que terminan la primaria y que han tenido dificultades en su trabajo escolar. No es exactamente lo propuesto párrafos arriba en este artículo, pero va en la línea de ofrecer una educación complementaria gratuita adicional a la de la escuela formal que no logra que sus alumnos queden bien formados.

Alude a 2,000 escuelas de verano (dos semanas de “brain training camps”) que atenderán a los 65,000 estudiantes más pobres y de más bajo rendimiento escolar que terminan la educación primaria de Inglaterra para que estén en mejores condiciones de sacarle provecho a la secundaria. Se focalizarán en matemáticas, comunicación, arte, música y deportes, así como aprender a manejarse bien en las relaciones alumnos-profesores.

La investigación que sirve de base a esta decisión es aquella que encuentra una alta correlación entre alumnos que necesitan bonos de alimentación gratuita (los más pobres) y los de bajo rendimiento escolar. De estos últimos solo 58% logran lo esperado al terminar la primaria, contra el 78% de los demás alumnos.

Sin embargo, este parche de dos semanas aliviará la conciencia de los gobernantes pero no resolverá las brechas que se han acumulado a lo largo de todos los años de la educación básica. Hay que buscar fórmulas más innovadoras, amplias, y agresivas no solo para que de verdad se de igualdad de oportunidades a los alumnos sino para hacer del aprendizaje una experiencia placentera, capaz de activar los motores de las motivaciones internas de cada estudiante.

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