Los directores escolares que se basan en saberes tradicionales tienden a reservar las primeras horas de las mañanas para lo que consideran los cursos que requieren mayor concentración mental, usualmente los de ciencias y especialmente matemáticas, bajo la presunción de que con la mente despejada se facilitará el aprendizaje de los alumnos. Esto no solo es discriminatorio contra los cursos de humanidades, arte, idiomas y ciencias sociales, sino que además parece contraproducente.
Dos corrientes de evidencias cuestionan esa estrategia. La primera, la del reloj biológico de los adolescentes, que señala que a esas horas de la mañana aún están “medio dormidos” por falta de sueño y por tener un ciclo biológico distinto al de los adultos. Los adolescentes se despiertan mentalmente más tarde que los adultos.
La segunda viene de los estudios que señalan que las actividades físicas al iniciar el día, mejoran el desempeño escolar académico porque aumentan la cantidad de sangre que llega al cerebro y a la vez la oxigena. Además, reduce el estrés, mejora el estado de ánimo y con ello mejora la conducta y concentración en clase. (Podríamos agregar también el valor del relajamiento inicial de alumnos tensos). Por lo tanto, cuánto más temprano mejor.
Esto último está corroborado por el resultado de una investigación del Dr. Amika Simgh y sus colegas holandeses. Revisaron 14 estudios con más de 12,000 niños de 6 a 18 años de edad, a quienes acompañaron por períodos de tiempo entre 8 semanas y 5 años. Doce en Estados Unidos, uno en Canadá y uno en Sud Africa . Concluyeron que los niños deben ser activos al menos una hora diaria por razones de salud (“Academic performance at school linked to exercise”, BBC Health News 3/1/ 2012).
En realidad, nada de esto es nuevo, ya los japoneses lo practican hace décadas. Ya empiezan a haber colegios peruanos que inician el día con sesiones colectivas de gimnasia o yoga. Lo importante es que reconozcamos que hay muchas cosas que se hacen en la escuela “porque siempre se ha hecho así” que merecen ser revisadas a la luz de los hallazgos científicos.
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