Por más estudios que se hacen sobre factores y maneras que permitirían mejorar el desempeño de los alumnos de niveles socioeconómicos bajos reduciendo las brechas respecto a los de niveles socioeconómicos altos, los resultados muestran una y otra vez que es imposible cerrar la brecha de inequidad académica si es que se mantiene la brecha de inequidad socioeconómica.

En otras palabras, factores socioeconómicos extraescolares crean limitantes insalvables para las escuelas, por buenas que estas sean. (Ladd y Fiske “Class Matters. Why Won’t We Admit It?” Desembre 11, 2011). Sin embargo como para los políticos es complicado encarar seriamente e intentar resolver la brecha de inequidad socioeconómica, prefieren creer que es posible inventar intervenciones escolares que resuelvan ese problema y por ello apuestan por cuanto método, software, currículo o sistema se anuncia como exitoso en este propósito.

En Estados Unidos el presidente George W. Bush pasó la ley “No Child Left Behind” mediante la cual fijó exigencias muy altas para todos los alumjnos (presionando con el financiamiento) sin lograr gran cosa. El presidente Obama se ha concentrado en tratar de hacer los colegios más eficientes con evaluación de profesores basado en logros de los alumnos en pruebas estandarizadas o alentando la competencia a través de las charter schools, sin lograr gran cosa tampoco.

Ninguno de todos esos intentos han funcionado, y eso ya está ampliamente documentado desde el famoso informe Coleman del año 1966 en el que se demuestra una fuerte correlación entre ventajas socioeconómicas y logros escolares. Lo mismo ha ocurrido con los estudios de Sean F. Reardon de la Universidad de Stanford en los últimos 50 años. También hay datos oficiales de las agencias del gobierno de EE.UU. que muestran que 40% de la variación en los puntajes promedio de lectura y 46% en los de matemáticas están asociados a las variaciones en las tasas de pobreza de los estudiantes.

Las evaluaciones internacionales como la de PISA 2009 muestran que lo mismo es válido para todos los países, Perú incluido. Sin embargo las oficiales se muestran ciegas a esto. La ilusión de los políticos respecto a la viabilidad de que la escuela cierre las brechas se monta en la publicidad de algunos cuantos casos exitosos de aulas o escuelas en los que se han cerrado brechas pero eso no alcanza ni remotamente para alterar el argumento general, ya que en esos casos específicos de éxito ha habido condiciones favorable en cuanto a recursos y horas de clases adicionales, profesores más calificados, asesoría especializada externa, etc. (caso típico de Fe y Alegría en el Perú)

No pretendamos que la pobreza no es determinante en el rendimiento escolar de los alumnos. Más bien, si sabemos cuáles son los factores de la pobreza restringen el éxito escolar, hay que actuar sobre ellos. Se trata de salud, nutrición, estimulación temprana, exposición temprana al correcto uso de la lengua, vacaciones útiles para que los períodos vacacionales no produzcan retrocesos, consejería a los padres, apoyo a los alumnos que se retrasan en la escuela, y tantas otras cosas que hacen los niños de clases medias que podrían ser proveídos a los más pobres.

Si se apuntalan estos factores, -y en ello podrían jugar un rol los gobiernos regionales y locales además del gobierno central- tendremos muchas más posibilidades de cerrar esas brechas y hacer de la búsqueda de la equidad una política real.

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Por cortesía de Gregory Elacqua, Director del Instituto de Políticas Publicas de la Facultad de Economía y Empresa
Universidad Diego Portales, se adjuntan dos artículos de opinión publicados en el blog de El Mercurio del 4 de enero del 2012 que aluden al mismo tema de fondo

La injusticia de la PSU 4 1 2012
Ernesto Treviño Centro de Políticas Comparadas de Educación, UDP

¿Equidad en las pruebas o en la admisión? 4 1 2012
Jorge Manzi Director Mide UC