En Estado Unidos existe el Instituto de Ciencias de la Educación, dependiente del Departamento de Educación, que en el año 2002 creó el “What Works Clearinghouse” (WWC) para ser una fuente central y confiable de evidencia científica de lo que funciona en la educación, desde la primera infancia hasta la educación de adultos.
El gran volumen de investigación sobre los diferentes programas, productos, prácticas y políticas en la educación puede hacer que sea difícil de interpretar y aplicar los resultados por lo que el WWC revisa la investigación, sus resultados y luego trata de responder a la pregunta «¿Qué funciona en la educación?». Eso proporciona a los educadores la información que necesitan para tomar decisiones basadas en la evidencia.
En el artículo “Inflating the Software Report Card” de Trip Gabriel y Matt Richtel publicado en el New York Times el 8/10/2011, se usa informes del WWC para desvirtuar los supuestos éxitos publicitados por casas comerciales que venden software educativo escolar como es el caso de Carnegie Learning y sus programas de matemáticas y lectura.
Por ejemplo Carnegie Learning publicita su software de matemáticas diciendo que tienen resultados revolucionarios, pero WWC dice que los resultados no están probados. El programa bandera “Cognitive Tutor” de Carnegie Learning no tiene efectos discernibles en las pruebas estandarizadas que rinden los alumnos.
En el informe del 2010 de What Works Clearinghouse, luego de analizar 24 estudios de la efectividad del Cognitive Tutor encontraron que solo 4 están hechos con altos estándares de calidad investigativa. Los otros estudios han escogido muestras, o se basan en limitados casos, sin mayor rigor científico
De los cinco estudios que exhibe Carnegie Learning tres fueron rechazados por WWC por errores en el diseño, el cuarto tenía fallas en la parte que analizaba los beneficios del programa y el quinto porque no compararon los logros de los alumnos de 10 secundarias de Miami con un grupo de control que no usó el software.
En el caso de Houghton Mifflin Harcourt su promocionado software Destination Reading para la lectura de adolescentes fue mencionado por WWC en el año 2009 como un programa sin efectos estadísticamente significativos en los puntajes de los estudiantes.
En el caso de Pearson que publicita la gran capacidad del software Waterford Early Learning de mejorar la capacidad lecto escritora pese a que el informe WWC del año 2009 dice que tiene un impacto mínimo.
En su defensa, Karen Billings vice presidenta de la Asociación de la Industria del Software y la Información dice, como era de esperarse, que el problema no es el software si no los profesores que no lo usan como lo recomiendan las empresas productoras.
Para tener una idea del impacto económico de comprar el software, se pone el ejemplo del estado de Georgia donde la licencia anual del software de Cognitive Tutor es 32 dólares por alumno a lo que se suma el cuaderno de trabajo que cuesta 24 dólares, lo que suma 336 dólares en los 6 años de secundaria, comparado con 120 dólares del costo de los libros impresos de matemáticas.
Lo que ocurre es que la publicidad de las empresas es tan grande, que los usuarios escolares adquieren los productos sin mayor estudio de su fiabilidad, llevados básicamente por el deseo de tener lo último que haya en el mercado para impresionar a la comunidad. Un director común que normalmente chequearía con lupa las opciones para adquirir un terreno, bus o automóvil para la escuela, cuando tiene que colocar fuertes montos de dinero en materiales curriculares ni siquiera se preocupa por estudiar las evidencias sobre su impacto. Las decisiones se toman en base a marketing, política o preferencias personales.
En lo personal, siempre he sido escéptico respecto a los efectos mágicos que se atribuyen a tal o cual libro, programa o software. Sin duda el maestro es el factor imbatible e insustituible. La tecnología puede ayudar, pero siempre sobre la base del buen profesor. Y si debo escoger entre uno y otro, me quedo con el buen profesor.
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