Hay tres componentes cruciales en la educación escolar: el plan de estudios (lo que se espera que el alumno aprenda), la pedagogía (la ayuda al alumno para que aprenda) y la evaluación (la medición de lo bien que lo está haciendo).
Sin embargo, los políticos intentan controlar el plan de estudios y la evaluación, marginando la nueva pedagogía para nuestros tiempos.

Al poner énfasis en las asignaturas que están en la cúpula de las viejas jerarquías curriculares, -focalizadas en las letras y números-, consolidan la superioridad de las matemáticas, ciencias y lengua, dejando más atrás las humanidades y en la cola a la educación física y las artes (y dentro de ellas privilegian la música y las artes visuales marginando la danza y el teatro). Con ello marginan estas disciplinas y a los alumnos que destacan en ellas.
Al enfatizar la evaluación, los políticos se aferran cada vez más a los tests estandarizados lo que obliga a los profesores a enseñar para esos exámenes, con lo que les bajan la moral a profesores y alumnos y le ponen freno a la innovación y la creatividad en la educación.

Cabe aclarar que las pruebas estandarizadas no son malas en sí mismas para obtener información diagnóstica. Por ejemplo es útil conocer los componentes de la sangre como colesterol, lípidos, azúcar, ácido úrico, analizados mediante una prueba estandarizada. También en educación puede ser útil contar con información recogida de pruebas estandarizadas. El problema se da cuando la prueba que debe ser un instrumento de diagnóstico del aprendizaje se convierte en el fin de la enseñanza.

Por ejemplo el SAT, que es la prueba con mayor impacto en el futuro académico usada hace más de 7 décadas Estados Unidos para postular a las universidades, supuestamente mide el potencial universitario y la capacidad de obtener buenas calificaciones universitarias por parte de los que sacan los mejores puntajes entre los postulantes. Sin embargo en los hechos, se ha demostrado que el SAT no hace bien ni lo uno ni lo otro y que además tiene poco que ver con lo que los alumnos aprenden. Sin embargo los estudiantes invierten cientos de horas en prepararse para la prueba y los que no tienen fortalezas en las áreas verbales y numéricas que el SAT privilegia, corren el riesgo de ver seriamente comprometidas sus opciones universitarias.

Los sistemas educativos en buena parte de los países del primer mundo han desarrollado una creciente obsesión por ciertas habilidades numéricas y verbales, y más recientemente por los conocimientos científicos, lo que termina consolidando dos vicios: uno, la jerarquización de las asignaturas mencionadas al principio; dos, la presión y focalización en las pruebas estandarizadas como un fin en sí mismas, con lo cual colocan al margen a todo aquel que destaca en alguna de las áreas que no están entre las asignaturas privilegiadas en la jerarquía. Todo esto coacta el pensamiento creativo e innovador, empobrece el clima de aprendizaje y conduce a los alumnos a ser conformistas y pasivos, marginalizando a quienes tienen talentos en las áreas menos reconocidas.

Resulta curioso entonces, que siendo la pedagogía y la enseñanza eficaz junto con los buenos maestros lo más importante para la educación, son los aspectos a los que se les presta menos atención. Por eso es que la educación no necesita reformarse sino transformarse de modo que se pase de la estandarización a la personalización, al descubrimiento de los talentos individuales de cada alumno, a los estímulos múltiples y diversos en entornos muy enriquecidos que les permita descubrir de manera natural sus pasiones.

Esta transformación de la educación pasa por un cambio esencial en el rol del docente, que debe agregar al docente el rol de mentor. Eso significa ser capaz de detectar en sus alumnos sus aptitudes particulares, y reconocer la chispa de interés o fascinación que se despierta en los alumnos en ciertos temas o contextos. Significa también hacerle creer a estos alumnos que son capaces de lograr cosas que antes no habían imaginado posibles, para lo cual les ofrecen consejos, orientaciones y oportunidades de experimentación. Implica finalmente exigir a los alumnos llegar al límite en aquellos campos en los que tienen talentos especiales.

Paul McCartney y Elvis Presley fueron retirados de los coros de sus colegios porque sus voces desentonaban. Les dijeron que no cantaban suficientemente bien, porque tenían un tono que desafinaba con el estándar fijado al coro. Luego, tuvieron éxito a pesar de la escuela. ¿A cuántos más como ellos se está dejando regado en el camino?

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¿A quién debemos suspender? (Otros conceptos sobre evaluación y aprendizaje significativo). Si les dejamos opinar, los escuchamos y descubren que sus comentarios son importantes, la evaluación se convierte en aprendizaje