El Centro para la Investigación e Innovación Educacional (CERI) de la OECD ha convocado a expertos para hacer un ejercicio de imaginar los escenarios futuros posibles de lo que sería la escuela del 2020, partiendo de las tendencias actuales.
(http://www.oecd.org/document/10/0,3343,en_2649_39263231_2078922_1_1_1_37455,00.html)

 

Dividieron sus escenarios en tres categorías: si se mantiene el statu quo, si se refuerza la escuela actual y si se pasa paulatinamente a la des-escolarización.

 

El objetivo de tener a la vista los escenarios es forzar los cambios que se consideren deseables y prevenir los que se consideren no deseables. Siendo el más novedoso el de la des-escolarización haré una reseña de lo que están imaginando.
La notoria insatisfacción de los actores claves (gobiernos, empresarios, padres de familia) respecto a la escuela lleva a desmantelar el sistema escolar en mayor o menor medida. En uno de los escenarios predominan las redes de cooperación y en el otro predominan los mecanismos de competencia.

 

En el primer escenario de las “redes de aprendizaje en una sociedad de redes”, se abandona la escuela a favor de una multitud de redes de aprendizaje, proceso que es acelerado por los poderosas y cada vez más baratos recursos de las TICs. Aparecerán varios nuevos espacios culturales, religiosos y comunitarios que se ocuparán de la educación, así como diversas formas de homeschooling para grupos pequeños o inclusive alumnos individuales, que jugarán un rol en la organización de la vida educativa de los niños; algunas de carácter local y otras a distancia. Esto traerá como consecuencia que habrá una autoridad educativa más difusa, con una notoria reducción de los actuales patrones de gestión y rendición de cuentas.
Habrá una significativa reducción del número de instalaciones públicas para el uso de la educación pero a la vez mayores inversiones en las TICs para uso educacional. Ya no se dependerá de los profesores como el profesional específico para la enseñanza, ya que aparecerán nuevas profesiones cuyos graduados serán contratadas para enseñar o asesorar a los estudiantes.

 

El segundo escenario es el de la “extensión del modelo de mercado a la educación”. Nuevos proveedores de servicios ingresarán al mercado educativo, alentados por serias reformas de las estructuras de financiamiento, incentivos y regulaciones para la educación. Abundarán los indicadores de bienestar, mediciones, acreditaciones, los cuales desplazarán el monitoreo público directo y la regulación curricular. Abundarán las innovaciones así como las dolorosas transiciones e inequidades.
Los aprendizajes valorados serán los que queden determinados por la oferta de productos y la demanda de los compradores de servicios educacionales. Habrá diversas formas de organización y una focalización en resultados no cognitivos y en valores.

 

Se reducirá el rol de las autoridades públicas educativas que se abocarán a las regulaciones del mercado en el que abundarán los emprendimientos educativos, pero ya no cumplirán roles de proveedores o monitoreadores de la educación. El rol más importante de la autoridad será el de proveedor de información y servicios de consejería, así como proporcionar indicadores y niveles de logros para que el mercado se ocupe de alcanzarlos. Habrá nuevas instalaciones para proveer de servicios educativos, con un uso intensivo de las TICs.

 

Aparecerán nuevos profesionales de la enseñanza que trabajarán a tiempo parcial o completo en el mercado de la enseñanza, y nuevas oportunidades de formación, capacitación y acreditación para quienes quieran ofrecer sus servicios en el mercado educativo.

 

Como dije al principio, el análisis de los escenarios futuros es importante no para que al llegar al año 2020 veamos si acertaron o no con el pronóstico, sino para tener un imaginario contra el cual mirarnos desde ahora, cuando se planifican las distintas estrategias de desarrollo de la educación para el mediano y largo plazo.