Coincide con el sentido común. Los que llegan bien a 5to grado de Primaria, son los que tendrán ventajas hasta el final de la secundaria. El mejor predictor del éxito en los estudios de secundaria es la acumulación de éxitos en los estudios de primaria.

 

Eso es lo que encontraron Santiago Cueto, Gabriela Guerrero, Juan León, Alvaro Zevallos y Claudia Sugimaru según la publicación del valioso documento de trabajo 56 de GRADE (feb 2010) titulado “De quinto de primaria al fin de la secundaria en seis años: un estudio longitudinal en Puno”

 

Los autores abordaron esta investigación preocupados porque el aumento notable de la cobertura de la primaria y secundaria se contrarrestaba con una alta tasa de fracaso y abandono escolar entre 5to de primaria y 5to de secundaria, -que suelen estar asociados al nivel socioeconómico y zona de residencia del estudiante-. Usaron como base un estudio que hicieron anteriormente en el año 2000 con 405 alumnos de 5to de primaria de 6 provincias de Puno. En el 2006 pudieron volver a contactar y entrevistar a 304 de ellos. Eran 183 urbanos y 121 rurales. Incluían a 210 promovidos invictos hasta 5to de secundaria, 56 que habían repetido al menos un año y seguían en el colegio y 38 que abandonaron el colegio.

 

Querían identificar las características de los estudiantes que tuvieron más éxito educativo, definido como la promoción de grado sin repetición, comparado con los repitentes y los que abandonan la escuela. También intentaron analizar los factores que predicen un mejor rendimiento educativo a partir del desempeño en las pruebas estandarizadas de comprensión lectora y rendimiento matemático.

 

Los resultados resultan aleccionadores. 1) El rendimiento en matemáticas del año 2000 predijo de manera significativa el rendimiento en el año 2006, tanto en matemáticas como en lectura, así como el lograr avanzar invictos hasta terminar la secundaria. 2) En grado menor, tener extraedad y tener un trabajo remunerado se correlacionan negativamente con el éxito escolar.
Para el caso aislado de matemáticas, las pruebas del 2006 dieron mejores resultados para quienes tenían mejor nivel socioeconómico en el 2000, los que asistieron a educación inicial, los que no trabajaban y los que tenían compañeros de clases de mayor NSE. En suma, todos ellos factores que aluden a un mejor NSE del alumno.

 

Para el caso asilado de comprensión lectora, resultó beneficioso haber asistido a EBI en primaria, tener mayor talla en el 2000, haber asistido a escuelas urbanas secundarias y que estas tuvieran desagüe.
No tuvieron mayor significación estadística la lengua materna indígena o haber asistido a una escuela rural, quizá porque para quienes sobrevivieron y llegaron a secundaria ya no resultaba relevante. Hubo una suerte de autoselección entre los alumnos con mejor desempeño que aspiraban a continuar estudios en la universidad, mientras que los de desempeño más bajo preferían otras opciones como las FFAA o los Institutos técnicos y pedagógicos.

 

Si hubiera que sintetizar la principal implicancia de la investigación habría que destacar que lograr sólidos aprendizajes iniciales especialmente en matemáticas es el mejor soporte para asegurar el aprendizaje suficiente posterior en todas las áreas escolares. Eso implica dos cosas para políticas educativas. Una, que hay que invertir mucho más en la infancia y los primeros grados, para asegurar que los alumnos tengan buena base para su futuro escolar. Dos, los alumnos que se van rezagando deben recibir una ayuda remedial oportuna, para que puedan subsanar sus dificultades en lugar de arrastrarlas a los años siguientes en los que muchos finalmente fracasarán, repetirán o abandonarán la escuela.

 

Lo que deberíamos aprender de estudios como este, así como los resultados que año a año se publican sobre el fracaso escolar en matemáticas y lectura en alumnos que apenas están en el 2do grado de Primaria, es que el Ministerio de Educación debe hacer una revisión completa del currículo escolar de los primeros grados, focalizar las capacitaciones y producción de materiales didácticos para estos grados, y revisar las normas respecto a los tiempos y avances de los programas.
Procurar que los programas sean muy flexibles y permitir a los profesores tomarse el tiempo necesario para asegurar que todos los alumnos adquieran las capacidades esperadas para esos primeros grados. No sería mala idea diferir a 3er grado los actuales objetivos del 2do grado para dar más tiempo para que los alumnos tengan éxito en la consolidación de sus aprendizajes iniciales. Por último, se necesita urgentemente que verdaderos especialistas en enseñanza de matemáticas revisen el currículo nacional, porque da la impresión de estar mal concebido, mal estructurado y mal cronogramado, por lo que no se da tiempo suficiente para el trabajo concreto al alumnado antes de saltar al abstracto.

 

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