¿Qué hacer con la información?

No pocas veces profesores me cuentan cosas muy graves que ocurren en sus colegios que evidencian un maltrato de los directivos a los profesores o alumnos. Me piden consejo, que es difícil de proporcionar, porque quien no está inmerso en el contexto específico corre el riesgo de engancharse con una visión sesgada del tema. Sin embargo, hay situaciones con evidencias tan abundantes y contundentes, que aún estando fuera se aprecia que algo anda realmente mal.

En esos casos, suelo pensar en estas dos analogías.
Si un psicólogo o psiquiatra que atiende a un paciente psicópata, escucha en la sesión terapéutica matutina que éste ha estado preparando un explosivo que instalará esa tarde en un ómnibus, ¿qué debe hacer con esa información? ¿Guardarla, amparándose en el secreto profesional y la lealtad al paciente ó, darla a conocer a las autoridades, apelando a la lealtad con los inocentes que serían víctimas de este psicópata? Lo correcto allí sería prevenir, en vez de lamentar.
Si un cliente de una importante empresa recibe información sobre maniobras delictivas internas que traerán como consecuencia la quiebra empresarial ¿debe guardarse la información? ó ¿debe compartirla con sus directivos por lealtad a su proveedor tradicional y por un afán de preservar la vida correcta en la sociedad?. Lo correcto allí sería prevenir, en vez de lamentar.
Muchos dirán… “mejor no me meto. Problema de ellos. Para qué necesito meterme en líos ajenos. Que otros hagan…”. Habrá otros, más cercanos, que quizá piensan que les gustaría meterse, pero cuando se descubra que lo hicieron dirán que tenían algún interés particular. Eso suele paralizarlos y preferir la cómoda apatía.

Con reacciones como estas obviamente nuestra sociedad nunca progresará, y todo el discurso de educación en valores será una ficción inalcanzable.
En mi caso personal, la tradición judía me ha dejado dos huellas éticas que guían mis acciones como educador. 1) “Tikun Olam” (reparación del mundo) frase talmúdica que señala la obligación de las personas de reparar aquello que anda mal para beneficio de todos. Imaginemos que diez personas viajan en un bote: basta que uno haga un hueco para que todos se hundan. Pero en ese mismo bote, basta que uno tape el hueco para salvar a todos. Cada persona con sus actos éticos puede revertir el daño que hacen otros.
2) El sabio Hilel solía preguntar “Si yo no me ocupare de mí mismo, ¿quién lo hará por mí? Y si me ocupare solo de mí mismo, ¿cuál es mi valor? Y si no cumplo mi deber ahora, ¿cuándo lo haré?”. Para él, cuidarse a uno mismo y cuidar a otros es esencialmente lo mismo, porque yo soy él y él soy yo, por lo que los individuos de una sociedad tienen la responsabilidad de reaccionar cuando afectan a otros igual que si lo hubieran afectado a uno mismo. Además, mientras antes, mejor.

De allí que toda vez que observo situaciones graves que ocurren en nuestro país, o cuando observo decisiones que creo erradas por parte de los gobernantes (especialmente en el área de la educación) procuro informar a las autoridades, y si es necesario, confrontarlas o denunciarlas públicamente. Así mismo, cuando me entero de problemas severos que ocurren en instituciones con las cuales en algún momento he tenido algún vínculo ya sea de trabajo, conferencias, consultorías, etc. procuro motivar a las personas claves para que tomen nota y hagan algo al respecto. Cuando no hay con quien hablar, a veces lo comento públicamente, escribiendo artículos alusivos, aunque no necesariamente particularizando para el caso en cuestión, sino procurando que todos los que se encuentren en un trance similar puedan beneficiarse de la lectura comprensiva.

Si fuera el caso concreto de maestros que ya no saben qué hacer frente a los maltratos, arbitrariedad y prepotencia de sus jefes, mis consejos son dos.
Uno, la actitud de maltratar no distingue entre víctimas. Hoy es él mañana seré yo. No hay que esperar a ser maltratados personalmente para recién pensar qué hacer. Tener una estrategia pensada y coordinada con los colegas es siempre más efectivo que actuar individual e impulsivamente.
Dos, que lean y mediten sobre el poema del pastor alemán Martin Niemöller encarcelado de 1937 a 1945 por el gobierno nazi, que escribió lo siguiente en relación a su experiencia:
«Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada».

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