Partiendo de las demandas esperadas del mercado laboral totalmente penetrado por las computadoras, hace un par de años los economistas Frank Levy (M.I.T.) y Richard Murname (Harvard) sugirieron cómo las escuelas deberían preparar a los estudiantes, con planteamientos que siguen vigentes (Education Week 1/9/2004)

Para empezar, hay que tener claro cuáles son los trabajos que las computadoras pueden hacer bien y cuáles son aquellos para los que se requerirán trabajadores calificados. Los trabajos que requieran procesar información rutinaria basada en ciertas reglas pre-establecidas podrán ser hechos usando computadoras e Internet en centros de atención al cliente ubicados en países con bajos sueldos como India. Las que no podrán atender son aquellas tareas para las cuales la información no puede ser procesada siguiendo reglas pre establecidas, que son de tres tipos. La primera corresponde a identificar y resolver problemas nuevos, lo que demanda un “pensamiento experto”. La segunda corresponde a interacciones humanas de “comunicación compleja”, que incluyen docencia, liderazgo, marketing y negociaciones, que procesan información que es solo parcialmente verbal. La mayor parte es imposible de ser anticipada cuando se inicia la interacción. La tercera corresponde a tareas que no pueden ser descritas por reglas porque consisten en actividades físicas del sector servicios como conserjes, atención al público o patrullas de seguridad.

Los trabajos mejor remunerados corresponderán a ventas personales y actividades profesionales, técnicas y gerenciales que las computadoras no hacen bien. En cambio, se devaluarán los trabajos burocráticos y rutinarios de producción que usualmente realizaban los egresados de la secundaria.

¿Cómo pueden los colegios preparar a sus alumnos para acceder a los trabajos técnicos y profesionales más demandados y mejor remunerados?

Incrementando sus habilidades para el “pensamiento experto” y las “comunicaciones complejas”. No se trata de poner temas nuevos en el currículo, sino variar la manera de resolver problemas y enseñar los contenidos curriculares tradicionales de matemáticas o lectura. Estos siguen siendo muy importantes como medios para la adquisición de conocimientos del “pensamiento experto”, así como lo son las habilidades para escuchar, hablar y escribir para la “comunicación compleja”. Las ciencias y estudios sociales seguirán siendo decisivos para el trabajo y la vida en sociedades democráticas pluralistas. No menciono las habilidades computacionales básicas porque se sobreentiende que eso lo dominarán todos.

En suma, una buena manera de achicar las enormes brechas entre la ignorancia ó mecanización intelectual y la solvencia intelectual será aprender a pensar y a resolver problemas con espíritu innovador y creatividad.

Fomentar esas capacidades es lo que debe estar en la base de un currículo moderno.