Frente a una fotografía de un niño muerto en Gaza o que corre presa de pánico a un refugio ante la inminencia de un ataque, no tengo mucho que decir. Siento que ese niño es tan mío como los niños israelíes que pasan por igual trance, aunque los medios prefieran no mostrarlos. La foto mata cualquier análisis. Despierta sentimientos de conmoción en cualquiera que tenga algo de sensibilidad humana. En ese terreno, hay poco para debatir.

Frente a quienes juegan al ping pong respecto a quién empezó, quien tiene la culpa, cuál es la fecha o incidente clave que da origen a la represalia consecuente, tampoco el debate resulta muy productivo. Se pueden construir argumentos de todo tipo para todos los lados. Se puede colocar la línea del tiempo de las culpas en el 19 de diciembre del 2008 (fin de tregua no renovada de 6 meses), el 19 de junio del 2008 (inicio de tregua), el 25 de enero del 2006 (Hamas toma el poder en Gaza desplazando al partido de Mahmoud Abbas acusado de corrupción e incompetencia), en septiembre del 2005 (retiro unilateral de Israel de Gaza), en agosto de 1993 (Acuerdos de Oslo), en junio del 1967 (Guerra de los 6 días y ocupación de territorios), a principios de 1949 (armisticio fijando fronteras), en noviembre de 1947 (partición de Palestina en dos estados), o en cualquier fecha intermedia. O, podríamos retroceder hasta el siglo VII y el nacimiento del Islam o más aún hasta la historia bíblica del patriarca Abraham y sus hijos Itzjack e Ismael. Cada argumento de un lado puede ser contestado con otro argumento del otro. Creer que alguien sacará de la manga un argumento contundente que prevalecerá sobre el otro es una ilusión.

Frente a quienes reclaman una proporcionalidad en las respuestas frente a un ataque tampoco hay mucho que concordar. No conozco ningún país que en situación de guerra haya procurado aplicar al bando opuesto un nivel de fuerza o acción militar exactamente equivalente al daño humano o material causado el día anterior, ni tampoco entiendo los criterios de proporcionalidad en la reacción aplicada al conteo de muertos, heridos, o de misiles lanzados. Nunca ví usar tal criterio en las acciones de EE.UU., China, Rusia, Francia, Inglaterra y otros al enfrentar a sus enemigos externos o internos, ni tampoco lo he visto en el uso de la fuerza que gobiernos como Siria, Irak, Arabia Saudita ó Jordania han aplicado a sus propias poblaciones cuando han querido debelar cualquier intento de insurgencia, ni tampoco en las acciones violentas de Hamas contra los policías palestinos enviados por Mahmoud Abbas para controlar el territorio de Gaza del que fueron expulsados.

Frente a quienes argumentan motivaciones político-electorales detrás de estas acciones israelíes aduciendo que Tzipi Livni quiere prestigiarse a sí misma y a su partido Kadima con miras a las elecciones israelíes del 10 de febrero, también podríamos mencionar las motivaciones político-electorales del otro lado. Mahmoud Abbas ha convocado a elecciones generales en Gaza y Cisjordania para enero del 2009, fecha en que se vence su presidencia, cosa que Hamas no acepta, porque aduce que en esa fecha se debe elegir a un nuevo presidente de la Autoridad Palestina pero no a un nuevo parlamento de Gaza, que Hamas domina, ya que éste debería regir hasta fines del 2010. Sin duda Hamas considera que su liderazgo se fortalece en el contexto del ataque a Israel y su conducción de la resistencia.

Frente a quienes reclaman el respeto a las resoluciones de la ONU tampoco hay mucho que concordar. Primero, porque allí no existe un criterio de proporcionalidad entre el número de votos de estados judíos que defienden la posición del lado israelí frente al número de estados árabes o islámicos que defienden el bando contrario. Segundo, porque que yo recuerde, jamás la ONU ha resuelto problema militar alguno de envergadura entre vecinos. La ONU ha sido básicamente la entidad en la que se han firmado algunos acuerdos para colocarlos en la historia del derecho internacional, pero esos acuerdos han sido promovidos y logrados por las grandes potencias que han intervenido en cada situación de guerra para mediar en busca de algún acuerdo de cese de fuego o paz. Por ejemplo si en el año 1947 Egipto, Jordania y los palestinos hubieran aceptado la resolución 181 de la ONU que establecía la creación de dos estados, Israel y Palestina, hoy no estaríamos escribiendo sobre el tema. Los árabes sistemáticamente rechazaron tal resolución hasta que 20 años después, frente a la inevitabilidad del hecho de la existencia de Israel, decidieron apelar a aquella resolución de 1947, pese a que el mapa de la realidad ya había cambiado por la fuerza de los hechos (y no precisamente por la negativa de Israel a aceptar el estado palestino, sino más bien la de los países árabes, en especial Egipto y Jordania, que entre 1948 y 1967 fueron los ocupantes de la Palestina de los palestinos)

De modo que discutir todo eso nos llevará a un debate sin fin y sin salida. Por lo demás, creer que un analista o comunicador palestino puede ser “objetivo” o que un analista judío puede serlo, también me parece iluso. El que tiene una identidad nacional particular está comprometido con ella, y ello sesgará su pensamiento. Eso no quiere decir que no hay que leerlos o escucharlos; solamente significa que hay que estar alerta del sesgo particular y procurar leer y escuchar también otras versiones.

Lo que sí creo que puede ser productivo es intercambiar ideas sobre el futuro, habida cuenta que en ese plano israelíes, palestinos y todos los demás pueden tener una mayor plataforma de acuerdo. En eso si tengo bastante que decir, respecto a como veo las cosas.

Yo creo que hay grandes actores fuera de la zona que tienen el poder de enfriar o calentar la zona para sus propios intereses. Desde mi lectura, el principal incendiario es Irán, a través de Hizbalah y Hamas, aunque sin duda los contrarios dirán EE.UU. Es curioso que con Líbano y Gaza ya no hay problemas del retiro de Israel de esos territorios, pero que es precisamente desde Líbano que Hizbala ataca a Israel y desde Gaza que Hamas ataca a Israel, usando terroristas suicidas o lanzando cohetes contra Israel. Quienes quieren justificarlo dirán que lo hacen por reivindicar los derechos palestinos en Cisjordania. Pero curiosamente, son quienes viven en Cisjordania presididos por Mahmoud Abbas los que llevan a cabo las negociaciones políticas con Israel con miras a un acuerdo final, que es torpedeado sistemáticamente por Hizbala y Hamas que se niegan a reconocer la existencia de Israel.

Habría que peguntarse entonces a quién no le conviene la paz en la zona, y quién entrena, provee de armas y fondos a Hamas y Hizbala para que mantengan ocupado a Israel, poniéndolo en la vitrina del desprestigio mundial cada vez que se calienta la zona. Para mí, la respuesta es Irán.

Por eso es que pienso que una paz acordada bilateralmente entre Israel y Palestina es casi imposible y que ésta solo podrá lograrse con un acuerdo regional, que incluya a EE.UU., Europa, Rusia, China, la Liga Árabe e Irán. Mientras estos actores no hagan lo suyo, Irán seguirá incendiando las fronteras israelíes a través de Hamas y Hizbala para ganar tiempo hasta convertirse en potencia nuclear. Luego, el mundo entero – no solo Israel – tendrá que negociar con Irán desde una posición de temor a una guerra nuclear.

Esto es lo que explica que los gobiernos europeos y árabes que no simpatizan con los afanes hegemónicos y nucleares de Irán, en privado animen a Israel a terminar la tarea de anular la capacidad de ataques terroristas de Hamas. Se observa claramente que más allá de las declaraciones públicas que hacen sus líderes políticos para recabar una popularidad mediática, se niegan a censurar tajantemente a Israel. Inclusive Egipto ha censurado claramente al Hamas por iniciar esta escalada de violencia y le ha exigido que cese el fuego.

Si bien para consumo interno estos países condenan a Israel, para todos ellos es claro que si Hizbala y Hamas se fortalecen, quien habrá sido derrotado no es Israel sino ellos mismos. Eso, porque los grupos fundamentalistas islámicos vinculados al Hamas que actúan en los mismo países árabes bajo el título de “Hermandad Musulmana” ganarán peso, prestigio, poder, podrán importar la experiencia jihadista del Hamas, y con ello, a los primeros que desestabilizarán será a los gobiernos árabes de Egipto (secular), Jordania (hashemitas gobernando a un pueblo que en 75% es palestino) y Arabia Saudita, que no por casualidad se animó en el 2002 a procurar un acuerdo de paz regional incluyendo el reconocimiento de Israel. Irónicamente, los países árabes apuntan a Israel como aquel que tiene todas las posibilidades de mantener el perfil bajo de Hamas.

Habida cuenta que el nacionalismo árabe liderado en su momento por Egipto e Irak está siendo reemplazado por el nacionalismo islámico (religioso) liderado por Irán, éste irá ganando cada vez más espacio, poder geopolítico y capacidad de desestabilizar regímenes árabes que consideren competidores o no alineados con ellos.

Para Egipto, un Hamas fortalecido en Gaza equivale a tener una frontera directa con Irán ¿Pueden imaginar un mundo en el que Irán nuclear -que de no ser por los norteamericanos fácilmente podría presionar u ocupar Irak, Kuweit y Arabia Saudita y con ello controlar casi el 50% de las reservas mundiales de petróleo- como interlocutor de los EE.UU. la U.E., Rusia y China?

En mi opinión, si no se coloca a Irán en la escena, todas las discusiones sobre el conflicto palestino-israelí y una posible paz en la región serán inocuas.

Artículo afin:

(Algo se mueve en el Medio Oriente sunita por temor al expansionismo de Irán – más voces sunitas llaman a la coexistencia con Israel) El escritor kuweiti Abdullah Al Hadlaq debate en la televisión kuweiti Alrai TV los argumentos anti israelíes sostenidos usualmente por sus colegas, citando el Corán «Nunca ha habido un país llamado Palestina: Israel es un hecho consumado» 23 11 2017