Nuestra tradición pedagógica basada en el uso de textos y números para la enseñanza en los colegios y universidades ha dejado fuera del espectro de los estímulos intelectuales a aquellos que provienen de otras áreas pese a tener un enorme potencial para cultivar nuestras habilidades. Es el caso del arte, que sin tener una naturaleza numérica o verbal posee el potencial de cultivar el talento matemático y lingüístico de los estudiantes. Un par de estudios reseñados en el informe “Champions of Change: The Impact of the Arts on Learning” del Harvard Education Letter (nov/dic 1999) ilustran esto, junto con muchos otros hallazgos.

Expertos del Centro de Investigación de la Educación para el Arte de la Escuela de Formación de Profesores de la Universidad de Columbia estudiaron la experiencia artística de 2,046 estudiantes de 4to. y 8vo. grados de escuelas públicas encontrando que los alumnos muy involucrados en el arte mostraron más creatividad y originalidad, sentido de cooperación, confianza en sus habilidades, y articulación de ideas con sentimientos que aquellos estudiantes con escasa experiencia con el arte.

Por su parte los investigadores de la Universidad de California (UCLA) bajo la dirección de James Catterall analizaron en 1998 los resultados del estudio longitudinal (de 10 años) de las pruebas nacionales de rendimiento de 25,000 alumnos de secundaria, encontrando que los alumnos involucrados con el aprendizaje de la música superaban a sus pares que no lo estaban en las pruebas de matemáticas, y los alumnos que aprendieron teatro superaban a los que no lo hicieron en las pruebas de lenguaje. También encontraron que alumnos procedentes de hogares modestos que estaban involucrados en el arte sistemáticamente se desempeñaban mejor que aquellos pares que no estudiaron arte.

A estos se agregan el conocido estudio de Steven Morrison en EE.UU. quien encontró que las personas que cultivaron sus aptitudes musicales cuando fueron pequeños tuvieron más premios y mejores notas que otros que no lo participaron en actividades musicales, así como los estudios de Douglas Peter and Willatts Sheila que mostraron cómo el uso de canciones facilita el aprendizaje de la lectura y escritura porque hay una estrecha relación entre la habilidad rítmica y el aprendizaje de lectura en niños de 7 y 8 años. A ellos se agregan los estudios conducidos por el College Board de EE.UU. entre 1990 y 1996 que encontraron que los estudiantes de arte o música consistentemente puntaron más alto tanto en las secciones de matemáticas como las verbales del SAT.

Lo dicho se correlaciona médicamente con los hallazgos del nuerobiólogo Mark Jude Tramo de la Universidad de Harvard quien encontró que la armonía, el ritmo y la melodía de los estímulos musicales hacen crecer al cerebro del mismo modo que el ejercicio físico hace crecer los músculos corporales. También en el Centro Médico Beth Israel Deaconess en Israel un equipo médico estudió los cerebros de 32 músicos especializados y 24 adultos que no tenían actividad musical utilizando la resonancia magnética y encontró que el cerebro de los músicos era 5% más grande que el de los demás.

Ocurre que el arte y la música implican disciplina y el uso correcto de un lenguaje expresivo. Promueve en quienes los aprenden el pensamiento crítico, inteligencia espacial, habilidades perceptuales, organización del tiempo, autodisciplina y autoconfianza. En el intérprete musical, la práctica artística desarrolla habilidades como leer, coordinar ojos-manos, entrenar la memoria, escuchar, recordar, y habilidades de concentración que son todas habilidades que se transfieren a las áreas académicas. Las habilidades motoras para tocar instrumentos se transfieren a las habilidades de escritura y el ritmo de la música se transfiere a la lectura.

La discriminación auditiva desarrollada al estudiar instrumentos ayuda a desarrollar habilidades fonéticas. Finalmente, se puede usar la disciplina cultivada en la performance musical o la creatividad cultivada en la composición musical para resolver problemas no relacionadas con la música.

Resulta extraño que hayan tantos educadores que porfían por el mejoramiento del aprendizaje de lenguaje y matemáticas , y a la par que la enseñanza del arte este tan ausente y hasta les parezca prescindible a muchas autoridades educacionales. Quizá sea porque todavía estamos demasiado amarrados al mundo de las palabras y los números, y aún no apreciamos el mundo de las imágenes, objetos y movimientos bellos y estéticos. Lo que sí es claro es que hay un mundo de estímulos que están siendo desaprovechados para formar al común de la gente, y que hay una legión de personas que podrían estimular o expresar sus talentos a través del arte, que no están recibiendo las oportunidades para hacerlo.

 

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Balancing Talent: Schools that connect artistic creativity to academic education As the Times Educational Supplement (TES) states, “It should go without saying that art and design, dance, drama, music and other creative subjects should be an important part of every child’s school curriculum.” Schools that connect artistic creativity to academic education are, evidently, on the right track. By unleashing a child’s innovative spirit, these schools don’t only serve their students a multidisciplinary education, but also grant them the unrelenting freedom to express. But why is self-expression so important in today’s education sector? The answer lies in the foundation of the ‘growth mindset’. Rather than constricting a child’s learning pattern to outdated styles and patterns of thought, otherwise known as a ‘fixed mindset’, a growth mindset gives learners the power to further explore their abilities.