El mercado educacional peruano ha evolucionado dramáticamente en los últimos cinco años. Por un lado el creciente número de centros educativos y centros iniciales privados ha ampliado el abanico de ofertas para los consumidores privados. Eso incluye los casos de colegios privados que antes atendían a alumnos de un sólo sexo y ahora se han transformado en mixtos para responder a la amenaza de la reducción de su alumnado por parte de padres que no pueden repartir a sus hijos en varios colegios u otros que ya superaron la preferencia por colegios de ese tipo. Por otro lado el sector educativo público está absorbiendo alumnos que antes asistían a pequeños colegios privados baratos que se están extinguiendo por falta de alumnos. Si a eso agregamos el contexto de recesión económica, desempleo y caída de sueldos de los ejecutivos y profesionales de la clase media y media alta, encontramos que se ha incrementando la sensibilidad de los padres a factores como precio, prestigio y calidad, y además que los centros educativos deben encarar problemas nunca antes vistos de morosidad en el pago de pensiones, deserción por problemas económicos o incluso invitaciones a retirar alumnos por falta de pago. Los alumnos están trasladándose de unos colegios a otros en forma de cascada desde los más costosos hasta los menos costosos, lo que incluye a los colegios estatales gratuitos. Si bien los colegios prestigiados hispanohablantes pueden reponer a los alumnos que se retiran con otros que están en la lista de espera, no ocurre lo mismo con los colegios bilingües o trilingües, que difícilmente pueden reponer a un alumno en la alta primaria o secundaria por problemas con el idioma dominante del colegio. Todo esto obviamente afecta cualquier proyección de los presupuestos, inversiones, aumentos de sueldos y especialmente flujos de caja que se pudieran hacer a principio de año.
Por otro lado, a los problemas psicológicos y sociales que genera a alumnos y familias el cambio de colegio, se agregan los problemas de relajamiento de las exigencias de admisión de nuevos alumnos, o sobre exigencias para lograr que sus egresados ingresen a las instituciones que ofrecen el nivel siguiente de educación, lo que introduce factores de heterogeneidad y perturbación a las clases ya constituidas, lo cual dificulta la integración social de los alumnos y el manejo de los grupos por parte de los profesores.
Finalmente, la migración de alumnos y la crisis económica de los colegios afecta la estabilidad de los profesores y directores, que no solo no pueden aspirar a mejoras en sus remuneraciones, sino que ni siquiera saben si a fin de mes les pagarán su sueldo o gratificación, o si el año siguiente seguirán laborando en el mismo colegio. No pocos colegios han establecido contratos de trabajo para los profesores por 10 meses, negándoles el pago de los meses de vacaciones. Esto hace prever que los recursos humanos más calificados de la educación van a migrar hacia otras actividades no educacionales que les ofrezcan mejores perspectivas.
En este contexto de enorme inestabilidad económica, demográfica e institucional los centros educativos tienen que responder a los retos de la modernidad e intentar mantener o mejorar la calidad del servicio educativo que ofrecen. No hay fórmulas mágicas para ello. El rol del promotor es el de crear las condiciones para la subsistencia sólida de su institución, apelando al conocimiento de la realidad y los criterios que deben ser abordados por una gestión educativa moderna.

REFLEXIÓN

Cada centro educativo es una unidad única e irrepetible, en el que se juegan las fuerzas internas y externas que pueden conducirlo al éxito o al fracaso. Sin embargo, planificar el éxito, prevenir el fracaso y trazarse estrategias que permitan monitorear y evaluar el desarrollo institucional con objetividad y con indicadores claros puede ayudar a tener éxito. Para estas tareas puede ayudar un «consultor educacional» que conozca el campo, que haya trabajado en instituciones de éxito, y que además no está contaminado por las subjetividades y resistencia al cambio que son inevitables en los promotores que alguna vez tuvieron éxito y que creen que pueden repetir las fórmulas ya ensayadas.
Lo que fue bueno ayer, no necesariamente lo será hoy y mucho menos mañana. Quien hace esfuerzos por «mejorar un poco» las fórmulas que alguna vez condujeron al centro educativo al éxito pero que ahora lo han conducido a la crisis, no podrán salir de ella usando las mismas fórmulas. Hoy en día hay que ser más creativos y originales que nunca. Allí están los retos para el promotor educativo de estos tiempos.

 

Educación privada en épocas de pandemia en el Perú.(LT: El camino a la ruina, cierre de instituciones y desempelo docente. Acusioso informe de Hugo Díaz (en Educared) Mayo 2021)