Irlanda ha sido hasta hace 15 años uno de los países europeos más pobres y ha dado un salto gigante hacia la riqueza. Por ser relevante para el Perú, reseñaré los datos y argumentos que Andrés Oppenheimer presenta en el capítulo 3 de su magnífico libro Cuentos Chinos, 2005. Irlanda ha triplicado su PBI per cápita a unos 32,000 dólares anuales (el cuarto más alto del mundo), dejando de ser un país agrícola empobrecido para pasar a ser una potencia de tecnología de punta. ¿La clave del éxito? Haber tenido la visión e invertir consistentemente para convertirse en uno de los grandes centros tecnológicos y de la industria farmacéutica mundial. Se convirtió en la plataforma para la exportación a la Unión Europea, Africa y Asia de 1,100 empresas multinacionales, incluyendo las principales de la industria informática y farmacéutica que exportaban 60,000 millones de dólares al año. Exporta un tercio de todas las computadoras que se venden en Europa y ya es el mayor exportador de software del mundo ¿Cómo lo logró? Combinando la ayuda económica de la Comunidad Europea de 15,000 millones de dólares con un acuerdo social entre empleadores y trabajadores para apostar por la apertura económica (ya que Irlanda con 3.9 millones de habitantes tiene un mercado interno demasiado chico como para sobrevivir protegiendo la industria nacional). Se convirtió en un país muy amigable (“un paraíso”) para la inversión extranjera. Eso incluyó la reducción de trabas para crear nuevas empresas, la desregulación de la industria de las telecomunicaciones, blanqueo de capitales, recorte de impuestos individuales y corporativos, mantenimiento de políticas de gobierno estables en el tiempo y, además, una fuerte y continua inversión en educación. Como querían atraer a las multinacionales de la computación, calificaron a su mano de obra estimulando las carreras universitarias de ciencias y tecnología creando dos universidades específicamente para ese fin, con fuerte apoyo económico del Estado que invertía en la investigación universitaria de productos con viabilidad comercial. Con apoyo de las embajadas en el mundo crearon una red de descendientes de irlandeses radicados en el exterior (hay al menos 30 millones en EEUU), identificando a los empresarios, ejecutivos y profesionales mejor colocados para atraer su interés en invertir en la madre patria Irlanda, donde además todos hablan el inglés que es el idioma internacional de los negocios. Si leemos e interpretamos bien, sin duda algo podemos aprender de Irlanda.