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Este libro sobre “La Inmigración Judía al Perú: 1848-1948” constituye la feliz culminación de un proceso que se inició cinco años atrás, en la Universidad Hebrea de Jerusalem, en la cual me encontraba estudiando los cursos de maestría en Educación.

En esa oportunidad asistí a varios cursos de “Judaísmo Contemporáneo” que despertaron en mí una serie de inquietudes, que culminaron en este libro. Uno de los cursos que me impactó fue el de la “Introducción al Holocausto” a cargo del profesor Yehuda Bauer, extraordinario catedrático que provocó en mí las preguntas: ¿Qué pasó en el Perú en la época del Holocausto? ¿qué hicieron los judíos del Perú al respecto?

Otro curso en el que gocé mucho fue el del Profesor Haim Avni, con el tema “Antisemitismo y Doble Lealtad” que enfatizó el problema de la legislación gubernamental respecto a los judíos en los diversos países y los aspectos legales concernientes a su inmigración (Argentina). De ese curso me quedaron en mente las preguntas sobre ¿cómo fue la legislación peruana y la actitud de los gobiernos respecto a la inmigración de los judíos?

A partir de ese momento me propuse investigar a fondo el tema de la inmigración judía al Perú, y la historia de la Colectividad Judía del Perú. Para ello acudí a todos los archivos posibles en Israel, para rescatar toda pieza de información almacenada sobre el judaísmo peruano, que haya llegado en forma de cartas o informes de dirigentes comunitarios, o shlijim, que visitaron el Perú durante este siglo.

También en Lima recogí información en las diversas bibliotecas, aunque existe muy poco material disponible que trate específicamente el caso judío. Y por eso es que este trabajo resulta una especie de rompecabezas de piezas sueltas, a las que hay que agregar por deducción las piezas faltantes. Para el caso del Siglo XX, eso pudo lograrse entrevistando a los ancianos de la comunidad, gracias al trabajo que realizaron mis alumnos de las XXX y XXXI Promociones del Colegio “León Pinelo” en el marco del curso de “Judaísmo Contemporáneo”. Para el Siglo XIX el trabajo fue más difícil, y debo reconocer que aún quedan muchos vacíos por llenar.

Esta obra es un homenaje a los forjadores y sostenedores de la Comunidad Judía del Perú, especialmente aquellos que lucharon tenazmente para no permitir que esta judeidad desaparezca, sino al contrario, pueda mantenerse viva y revitalizante con el transcurso del tiempo, que fue lo que realmente ocurrió. La lectura de este libro permitirá al lector familiarizarse con los héroes ahora olvidados, que hicieron tanto por la vida de los judíos del Perú y por aquellos que intentaron ( y algunos lo lograron) inmigrar al Perú.

Documento afín:

Algunos de los datos de este link coinciden con la publicación, por lo que los transcribo para beneficio de los lectores interesados en el tema

La comunidad judía y su papel en apoyo del Perú durante la Guerra del Pacífico

MATALECHUCITAS: UN HOMENAJE A LOS OLVIDADOS Por Pedro José Cama

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No es difícil pasar por alto o desconocer el paso de la comunidad judía en la historia de cualquier país, debido al antisemitismo sembrado milenio tras milenio, llegando al Holocausto genocida de la 2ª Guerra Mundial (1939-1945), de la Alemania nazi.

El Perú no ha sido la excepción y el que escribe aprovecha este honorable espacio de amantes de la historia de Lima, para a través de su interés especial en las antiguas haciendas que otrora existían en la Capital, entrelazar un tema con el otro.

Existió la participación de jóvenes judíos en las filas del Ejército Peruano durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), lo que sólo ha sido posible constatar años más tarde, gracias a relatos o testimonios entregados por algunos de sus familiares o descendientes, o dados a conocer en entrevistas a órganos de prensa peruanos.

Del grupo de judíos que tomaron parte en los combates bajo la Bandera Peruana, debe mencionarse a los tenientes don Adolfo Gosdinski, el primer hijo de inmigrantes judíos alemanes que nació en el Perú en 1855; su hermano don Julio Gosdinski, también peruano; y don José Rosenberg, quien nació en EEUU, antes que sus padres se establecieran en Lima, alrededor de la década de 1860.

Todos ellos, primos hermanos entre sí, combatieron en la Batalla de Miraflores (enero de 1881), en la cual don Adolfo Gosdinski resultó herido lo cual finalmente lo condujo a una grave enfermedad que lo mató a los pocos años, en febrero de 1883.

La ayuda financiera a su nueva Patria fue ofrecida por los hermanos Jacobi, nacidos en Thorn (Alemania), de la «Casa de Cambios y Antigüedades Sigmundo Jacobi & Cía’, establecida en 1866 en la calle Mercaderes N°169 (hoy 3ª cuadra del jirón de La Unión).

Ellos perdieron una gran parte de su fortuna al no haber podido recuperar ciertos préstamos otorgados al gobierno peruano una vez terminado el conflicto bélico.

Otro inmigrante judío, nacido en Alemania, fue don Gustavo Badt, llegado al Perú en 1865, y quien formó de su propio dinero un batallón de soldados en 1880, integrado por sus familiares, amigos y peones de sus haciendas «Chacra Colorada» y «Matalechucita», abasteciéndolo de provisiones y armamento.

A esta batallón le dio el nombre de «Huáscar», en homenaje al glorioso monitor peruano, inmolado en el Combate de Angamos en octubre de 1879.

Él mismo, como voluntario, vistió el uniforme de capitán de la «Guardia Nacional», y más adelante, el de comandante de la 1ª Compañía del Batallón «Huáscar».

Es así, que don Gustavo Badt, veterano de la Guerra del Pacífico, participó después de la Reconstrucción Nacional (1886-1900),

Los fundos de “Matalechuzas” y “Matalechucitas”, conformaban en total, unas 240 hectáreas.

Durante la Colonia, esta parte del valle del Rímac (a través de uno de sus afluentes, el río Huatica) se conocía con el nombre de “Matalechuzas”, ya que allí existieron huacas donde se idolatraban por los runas (habitantes del Tahuantinsuyo) a dichas aves tal como lo hicieron los griegos, como mensajera de augurios y sabiduría, por lo que a partir del Siglo XVI, durante la llamada «extirpación de idolatrías», se mató lechuzas un día sí y el otro también.

Posteriormente, los españoles aprovecharon las tierras para el cultivo de frutales y caña.

La plantación más importante fue el fundo o hacienda “Matalechuzas”, propiedad, hacia el Siglo XVII, de don Martín de Iturain.

Con el advenimiento de la República, en el Siglo XIX, el fundo “Matalechuzas” pasó a manos del caudillo Manuel Ignacio de Vivanco, quien llegó a ser director supremo de la República en 1843, heredado a su hijo, don Reynaldo de Vivanco, muerto heroicamente cuando defendía el Morro Solar en 1881 de los invasores chilenos.

He aquí, que debido a la omisión mencionada al inicio, no se menciona que “Matalechucitas” una huerta, una chacra menor anexa a Matalechuzas, fue vendida por el héroe don Reynaldo de Vivanco, a don Gustavo Badt, quien la convirtió en una hacienda industrial de producción de seda.

La casa-hacienda o ranchería principal de “Matalechucitas” sería hoy la 14ª cuadra de la avenida Arnaldo Márquez (Jesús María-Lima) donde aún se encuentra trazos de aquella.

Vecinas de Badt, estaban las “tierras de Jesús María” una pequeña chacra, propiedad de las Hermanas Clarisas Capuchinas de la Orden de Santa Clara de la comunidad del Monasterio de Jesús, María y José, cuyo templo se encuentra todavía entre el jirón Moquegua y Camaná-Cercado de Lima.

Dicho monasterio bautizó la hoy 1ª cuadra del jirón Moquegua como «Calle Capuchinas de Jesús, María y José», pero a como los limeños se les hizo demasiado grande el nombre, con los años, terminó rebautizándola como «Calle Jesús María», nombre que se extendió a las propiedades rurales de las monjitas capuchinas en las afueras de Lima.

Cuando Lima fue creciendo y urbanizando, fue en 1930, con la Agrupación de Vivienda “Jesús María”, el Campo de Marte (que reemplazó al Hipódromo de Santa Beatriz) y la avenida Salaverry en 1940, fueron el gatillo para que finalmente, se oficializara a Jesús María como distrito en 1960, teniendo su primer alcalde en 1967.

(Fuentes: «El distrito de Jesús María». Juan Luis Orrego Penagos. Blog.pucp.edu.pe e «Inmigración de judíos de habla alemana a Chile y Perú». Günter Böhm. Xdoc.mx).

(Foto: Banda de la Artillería en la inauguración de máquina para fabricar seda, en la Hacienda Matalechucitas, propiedad de don Gustavo Badt, el 2 de febrero de 1908. Colección Elejalde. Repositorio.pucp.edu.pe)