Ponencia para el CADE de Estudiantes 5/6/2003
En el Perú existe la peregrina idea que los niños nacen a los cinco años. No hay otra explicación al modelo educativo vigente que empieza a atenderlos masivamente recién a partir de esa edad. Todos los sicólogos, médicos pediatras, nutricionistas y educadores coinciden en que los primeros cinco años de vida más el período del embarazo, son absolutamente decisivos y determinantes para el desarrollo futuro de una persona sana que cuente con la plenitud de sus capacidades. Son años vitales para su desarrollo físico, intelectual, motor, emocional y social, anotó el experto León Trahtemberg, miembro del Consejo Nacional de Educación y asociado a Foro Educativo.
“Se debería saber que para construir un segundo o tercer piso, se requiere que el primero tenga base y columnas sólidas. En el caso peruano es como si se tratara de construir sobre el primer piso de una casa de esteras un segundo piso de material noble. Por supuesto que el primer piso no lo aguantará”.
Así graficó esquemáticamente lo que ocurre con el sistema educativo nacional, que atiende a los niños universalmente recién a los 6 años y a cerca del 60% a los 5 años. “Es un modelo que induce el fracaso infantil y que simplemente no soporta el más mínimo análisis de sentido común. La naturaleza humana es evolutiva. El niño se va desarrollando desde el embarazo y si no fue bien atendido, llega a la escuela, hablando en términos futbolísticos, como si ya hubiera jugado el primer tiempo de un partido y estuviera perdiendo 10 a cero. Eso luego no lo revierte nadie”, dictaminó.
De ahí su convencimiento que la gran decisión estratégica a tomarse en el país, y que los empresarios deberían apoyar, es rescatar el sentido común y promover que en los programas sociales, incluyendo los educativos, las inversiones vayan de más a menos empezando con los niños de menor a mayor edad, es decir, a partir de los que están en el vientre materno poniendo especial énfasis en los primeros 3 años de vida, como lo recomienda el Consejo Nacional de Educación.
Sugirió evitar que la situación de los niños primero se deteriore y recién a los cinco años se trate de recuperarlos, cuando están a punto de entrar a la escuela en la que evidentemente, la gran mayoría va a fracasar. También consideró paradójico o absurdo que el programa de estudios de un niño peruano de 6 años sea igual al de un niño suizo, cuando sus condiciones y antecedentes pre-escolares no se le parecen en lo más mínimo. Ante ese modelo de exigencias, los niños peruanos mayoritariamente no pueden tener éxito en la escuela.
La raíz de esta situación está centrada en razones históricas porque lo primero que se universalizó fue la escuela primaria y nadie pensó en la infancia. “Hace 100 años, cuando la educación estaba pensada solamente para las clases medias y altas, el tema de la infancia no era motivo de preocupación”.

MODELO EQUIVOCADO
Pero cuando se fue masificando la escuela peruana, abarcando a niños pobres que vienen de hogares con carencias, nadie se preocupó de subsanar primero esas deficiencias, de manera que cuando llegasen a la escuela estuvieran suficientemente nutridos, estimulados y sanos como para poder sacarle provecho a la escolaridad, como lo hacen los niños de clase media.
No se han dado cuenta, o no han querido darse cuenta – apuntó- que el 85% de los niños que asisten a la escuela peruana no son de clase media, sino pobres, y pese a ello se usa el modelo pensado para la clase media.
Debido a que la historia de la educación pública gratuita empezó con la primaria, después la secundaria, luego la superior y recién después la inicial, no habiendo recursos suficientes, cada año se dice que si hay dinero se atenderá a los niños de 5 años. Si hay un poquito más, a los de 4, y si hay algo más, en el 2010, se podría llegar a los de 3 años.
“Es absurdo. Debería ser al revés. El dinero debería dedicarse primero al período del embarazo y el primer año de vida. Con la plata adicional, al segundo y luego al tercer año. Hay que ir de abajo hacia arriba, es algo de sentido común”.
Sin embargo, es un sentido que la burocracia y la clase política no quieren utilizar en el caso de la educación. “A veces se cree que por el solo hecho de agregar un poco de dinero a la educación, se va a mejorar la calidad. Y no es así. Si se invierte más se podrá pagar más a los maestros quienes mejorarán su nivel de vida, o se mejorarán las condiciones físicas de las instalaciones de los colegios, pero eso no va a mejorar automáticamente el desempeño de los alumnos, porque llegan en tan mal estado a la escuela que ésta solo podría hacer algo por los niños si se convirtiese en un centro de rehabilitación”.

VISIÓN EMPRESARIAL
El problema conceptual estriba en que quienes tienen una experiencia de vida como ejecutivos en instituciones educativas privadas, que se parecen en cierta medida a las empresas, no pueden aceptar que se hagan las cosas al revés.
En cambio, agregó, la burocracia sí puede aceptarlo porque está sujeta a un conjunto de reglas de juego que cuidan intereses creados, y una serie de temores políticos combinado con la falta de coraje para hacer cambios, que la lleva a preferir que la educación quiebre, como de hecho ha quebrado a juzgar de las pruebas nacionales e internacionales, antes que hacer una severa reingeniería. En cambio, las empresas privadas prefieren hacerlo antes de quebrar. Esa es la diferencia entre una visión desde el ámbito privado y otra desde el público.
Luego de precisar que no aboga por privatizar la educación, ni perder la gratuidad de la enseñanza, estimó que se debe enfocar con visión empresarial la gestión de las instituciones educativas, porque el modelo de gestión vigente no funciona. Eso es lo que el Ministerio de Educación o el gobierno en general no son capaces de aceptar, dijo. Prefieren mantener un modelo obsoleto que tomar el toro por las astas y decir “éste no funciona, tenemos que crear otro modelo”.

MARGINALIDAD
Trahtemberg estimó como un error en la conformación del Acuerdo Nacional no haber incluido a las universidades, al Consejo Nacional de Educación y al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC), tres referentes principales para la educación peruana.
“Esas notables ausencias significan que muy poco de lo que se acuerde realmente en el Acuerdo Nacional tendrá la visión y la voz de la comunidad educativa”. Sostuvo que esta situación se ha visto de manera evidente el primer año de vigencia del acuerdo, pues ya en dicho período se incumplió el compromiso de agregar un 0.25% del Producto Bruto Interno (PBI) a la educación. Una de las razones es que no había quien abogue por la educación.
Dicho sea de paso, juzgó que la marginalidad con que se trata a la educación también se da entre los partidos políticos en el Congreso de la República, donde se ha integrado en un solo grupo de trabajo a Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología. “¿Porqué no integran la comisión de economía, presupuesto e industrias en una sola?” preguntó. Porque esas comisiones si se consideran importantes. Pero juntar educación con cultura, ciencia y tecnología no molesta a nadie porque en el fondo no le dan mayor importancia a esas áreas. Opinó que no existe claridad en la comunidad política de la absoluta centralidad y prioridad que debe tener la educación para cualquier propuesta de desarrollo del país.
“La visión de futuro del Perú no incorpora la educación, más allá de un rol decorativo”. En ese sentido, estimó que el sector empresarial nacional, como lo hacen los grandes empresarios de Chile, Brasil y Costa Rica, para no mencionar a los del primer mundo, no puede dejar de abogar por la educación en cualquier foro que les toque asistir.
Tras destacar iniciativas del sector empresarial a favor de la educación, como Perú 2021, dijo que el principal rol del empresariado en este tema no es que haga proyectos educativos, sino que ponga a la educación en la agenda política y gremial, como un tema para golpear campanas todo el tiempo.
Consideró que el Perú debe construir su visión de futuro principalmente desde aquellos pequeños y medianos empresarios, y unos cuantos grandes que tienen un sentido de futuro, una vocación para que sus hijos y nietos vivan en el Perú. “No se si los empresarios extranjeros están pensando en que sus hijos y nietos se eduquen en el Perú. Por eso pienso que son los empresarios e inversionistas peruanos los llamados a interesarse por el futuro del Perú, lo que inevitablemente pasa por la educación”.

Finalmente, respecto a la relación entre el empresariado y el Ejecutivo en las políticas educativas dijo: “Yo creo que podría promoverse una mesa de trabajo permanente entre los empresarios grandes, los pequeños, los ministerios y comisiones del congreso de educación, industrias, mujer, salud y trabajo, el Consejo Nacional de Educación, Concytec, la Asamblea de Rectores y algunos otros actores más de la educación pública y privada, para empezar a producir el pensamiento original peruano sobre la educación que el Perú necesita y los proyectos para ponerlo a prueba. Ese puede ser un buen punto de partida. Por lo demás, introducir el tema educativo y en particular la infancia en todos los eventos, congresos y foros empresariales, hasta instalar en las mentes de la gente la identidad entre atención temprana, educación y desarrollo.