Nuestra tradición cultural heredada por 300 años de colonia y luego 180 años de vida republicana es esencialmente autoritaria y extranjero-dependiente, la que ha formado peruanos pasivos, resignados, obedientes sirvientes del caudillo de turno. Muchos peruanos aún creen que los únicos héroes nacionales son los militares caídos en las guerras del siglo XIX, y que la fiesta de la independencia debe celebrarse con desfiles militares. No hay héroes ni celebraciones civiles que valgan la pena.
Los gobiernos autoritarios civiles y militares que se han alternado en el poder han construido los paradigmas de la inutilidad de la democracia y la civilidad, nos ha condenado a creer que somos incapaces de tener éxito y que la solución de nuestros problemas vendrá del extranjero o de un gobierno autoritario. Esta mentalidad acomplejada incluye la creencia de que el estado debe proveerlo todo y resolver todos nuestros problemas. Nuestra historia nos ha castrado.