Cuando un niño en casa es educado bajo mensajes como «cállate», «copia», «escucha» o «escribe» ,se acostumbra a ser así, a no salirse de la línea, a no confrontar al profesor a no discutir y así llegan a ser inválidos intelectuales que se ponen al servicio del caudillo de turno. Con estas frases el experto en temas de educación, León Trahtemberg, se ganó en la CADE 2005 el aplauso del auditorio tras analizar la relación entre la educación y el rol de los medios de comunicación en el país.

Si bien este año el evento era un escenario clave para que los candidatos presidenciales expongan sus planes de gobierno ante un nutrido grupo de empresarios y líderes de opinión, en la cita no solo sorprendieron las anfitrionas de las empresas de telecomunicaciones (como intentaron resaltar algunos programas de Tv el pasado fin de semana) sino el llamado de uno de los panelistas más aplaudidos de la jornada.
León Trahtemberg subrayó que el problema del Perú no es político, sino educativo porque desde hace varias décadas se imparte en la mayoría de los colegios nacionales y privados una educación basada en el autoritarismo que luego genera electores sumisos y poco reflexivos ante el caudillismo y las promesas electorales.

Minutos antes, el director de este Diario, Alejandro Miró Quesada, había pedido a los medios de comunicación informar con responsabilidad, reforzar los valores periodísticos y pensar más en los ciudadanos en lugar del tiraje o rating.
El pedido apunta que la sociedad peruana sea esta vez mejor informada sobre los candidatos, planes de gobierno y, sobre todo, no vuelva a ser seducida por esos líderes que bajo la promesa fácil pretenden ocupar un cargo público con el propósito de beneficiarse del poder.
Pero Trahtemberg fue más allá de la propuesta planteada. Analizó la relación entre los sectores sociales (C, D y E), el autoritarismo en la escuela (donde el copien, marchen y cállese la boca son el común denominador) y los candidatos que encandilan masas con discursos facilistas sin recibir cuestionamiento alguno.
«El público A,B que lee diarios está preocupado por los votantes C, D, E que en su gran mayoría son egresados de la escuela pública y han sido educados bajo patrones educativos que hace tiempo reclamo que se cambien y aún se mantiene idéntico desde hace varias décadas», dijo.
Agregó luego que «es fácil entender porque una gran cantidad de electores votan ciegamente por un caudillo de turno. Para eso han sido educados. A someterse sumisamente bajo pena de ser castigados. El mensaje no debe ser cuestionado y ser asumido mágicamente. Esa es la escuela pública y buena parte de la escuela privada esta igual. Se preparan esclavos al servicio del caudillo de turno, inválidos intelectuales que se ponen al servicio del caudillo».
Trahtemberg aplicó luego un ejemplo más cercano. «Cuando un niño en casa es educado bajo mensajes como «cállate», «copia», «escucha» o «escribe» se acostumbra a ser así. Se le educa a no salirse de la línea, a no confrontar al profesor, a no discutir argumentos, a no reflexionar. Se le enseña y se le dice no pienses». Esa, agregó, es una educación autoritaria, dogmática, memorística, enciclopedista que produce luego que mañana se encandilen con cualquier candidato de turno y uno asume su propuesta luego sin razón ni reflexión.
«Esa es la escuela que valora los desfiles militares e impone un instructor premilitar en el colegio. No se sorprendan que tengamos militares caudillistas que tengan tanta aceptación en nuestra juventud. No me sorprende para nada el voto emocional. La elección de un candidato por su técnica, por ser un trasgresor que refleja la idea de estos chicos», acotó.

«Este es el consumidor mayoritario de la radio, noticias en la Tv y de la prensa, que vende más sus titulares que los contenidos y los desarrollos». Este es precisamente el tipo de público que Shayne Bowman, en su libro We Media, identifica como una audiencia que asume como verdad absoluta todo lo que escucha, ve o lee en los medios. Hay un segundo tipo que le gusta tener intermediarios y asume posturas editoriales de estos medios y el tercer tipo es el más avanzado. En realidad, es aquel que navega por Internet, es volátil, lee varios medios al mismo tiempo, se informa, analiza y se toma el tiempo de participar u opinar a través de espacios de opinión.

En el Perú tenemos una gran mayoría que asume como verdad absoluta lo que se lee en ciertos medios. Se dejan llevar por los titulares impactantes, agresivos o la llamada guerra sucia que apela al voto emocional.

Trahtemberg recordó luego los magros resultados de las pruebas que hoy son ampliamente conocidas. Un 90 por ciento de los alumnos de secundaria no entiende lo que lee. «Estos son los consumidores de los medios de comunicación» y «ese es el futuro elector», dijo. Fórmulas simplistas como legalizar la hoja de coca, no pagar la deuda externa o subir el ITF son rápidamente captados por los electores que no analizan los mensajes.

Estos son los consumidores de medios de comunicación. Consumen frases mágicas, como «pan con libertad», «empleo y justicia social» o «honradez, tecnología y trabajo» o cualquier otro. Trahtemberg señaló que no hay confrontación crítica con lo que eso significa en términos de cómo se hace y qué tan posible es un planteamiento de ese tipo.
Por eso, como dice Trahtemberg, el problema del Perú no es político. El problema es educativo y por más que gritemos en todos los sectores, si no resolvemos antes el tema educativo jamás podremos resolver nuestros problemas.

La propuesta de León Trahtemberg

¿Cómo educan a su hijo en el colegio? ¿Le piden que se calle, escuche, copie y no formule preguntas cuando habla el profesor? Según el experto en educación, León Trahtemberg, estos son síntomas de la mala formación que se da en muchas escuelas. Pero lo más grave es que bajo ese esquema se les enseña a los niños a no salirse de la línea, a no confrontar al profesor y sobre todo a ser sumisos frente al caudillo y ser seducidos fácilmente por titulares llamativos y falsas promesas electorales. Trahtemberg señala por ello que el problema del Perú no es político, sino educativo. ¿Qué piensa usted sobre este análisis?