La televisión peruana emite en directo semana a semana los denominados vladivideos bajo el supuesto implícito de que el público sabrá cómo asimilar este material con un sentido crítico y de rechazo a la corrupción. Sin embargo, según el educador León Trahtemberg, eso no es necesariamente cierto, especialmente en los niños y jóvenes, que cada día se identifican más con Vladimiro Montesinos y tantos como él que hacen de la corrupción un talento.
En la entrevista didáctica mensual que nos ofrece nos explicará los peligros de no manejar adecuadamente este tema.

T de M: En su comentado artículo de «El Comercio» (10/4/2001) ud. señaló los peligros de la emisión descarnada de estos vladivideos. ¿A qué se refiere?

Cada vez más y más niños y jóvenes incorporan en su jerga y juego cotidiano una especie de admiración hacia Montesinos. Sus acciones se han convertido en un referente infaltable para los niños que quieren referirse al ejercicio del poder, a los políticos y hasta a las situaciones triviales «¿Tu papá también tiene su vladivideo?» ¿»cuánto le habrán pagado por su voto»? etc. Contrariamente a lo que esperaríamos, su reacción ante los vladivideos no es de censura automática. En no pocos casos, es de identificación o admiración.

T de M: ¿Admiración? ¿No es eso algo exagerado?

Póngase en el lugar de un niño que ve el poder que acumularon Fujimori y Montesinos, la riqueza que amasaron, los privilegios que ostentaban, sus relojes de oro, sus casas con piscinas, su capacidad de tener en sus manos a los militares, jueces, empresarios y políticos más importantes del país. Ellos hacían literalmente e impunemente lo que les daba la gana. ¿Qué niño no quiere tener todo ese poder? Lo que es mas grave es que casi no hay contra ejemplos de oposición a ellos. Los militares se sometieron, los congresistas de la mayoría oficialista repetían su libreto, muchos periodistas cantaban en coro la canción gobiernista, la mayor parte de los intelectuales estaban ausentes, y los escasos disidentes eran ocultados por los medios de comunicación.

T de M: ¿Cuál es el peligro concreto de todo esto?

Creo que la mayoría de los niños y jóvenes peruanos aún tiene la base moral como para rechazar la delincuencia y la corrupción. Lo que debería preocuparnos es que bastaría que uno de cada diez peruanos se identificaran con los agresores o delincuentes, llámense Montesinos, Fujimori, Abimael Guzmán o Cerpa Cartolini, y tendríamos asegurado un reservorio de potenciales criminales para desestabilizar la paz y la convivencia democrática de las próximas generaciones de peruanos.
Si Ud. analiza el éxito del nazismo en Europa, o los fundamentalismos blancos en EE.UU. encontrará que están constituidos por una muy pequeña porción de la sociedad, pero que logra ser suficientemente importante como para poner de vuelta y media a sus países cuando se generan las coyunturas favorables.

T de M: : ¿Eso pasa sólo con los niños? ¿Qué pasa con los adultos?

Todo lo dicho es igualmente aplicable a los adultos, lo que pasa es que supuestamente ellos tienen más recursos para lidiar con estas escenas por lo que reclamo más por el caso de los niños. Pero hay que agregar un factor adicional. La globalización enseña a unos países lo que se hace en otros. No se sorprenda que tengamos figuras como Montesinos al lado de otros gobernantes de América Latina o el propio Perú. El les enseñó a todos cómo se hace para mantener controlado a todo el país. Inclusive se metió en la política interna de Colombia o Ecuador.

T de M: ¿Cuál es el antídoto? ¿Qué hacer con todo esto?

Para empezar padres y maestros tienen que tomar en serio estos videos y trabajarlos con los hijos y alumnos. Hablar de ellos, discutirlos, tomar posición, hacer aflorar los temores e identificaciones que les suscitan. Por otro lado los medios de comunicación deberían editorializar más cada vez que emiten un video, hacer paneles de especialistas que expliquen las implicancias de lo que se ha visto, como lo hacen después de un resultado electoral, y si es posible, establecer pautas específicamente dirigidas a los niños para orientarlos en su observación usualmente pasiva. Finalmente los políticos, especialmente las figuras más prestigiadas del gobierno, empezando por el propio Presidente de la República, deberían dirigirse a los niños para darles una explicación, orientarlos, darles esperanzas y señalarles caminos para actuar de una manera diferente. Francamente estoy sorprendido del mutismo gubernamental frente a los niños y jóvenes peruanos que necesitan orientación de los padres de la patria.

T de M: En realidad está proponiendo Ud. desarrollar toda una campaña de educación en valores. ¿Cómo encarar eso?

En el Perú tenemos una tradición caudillista y autoritaria que conlleva una cultura de secreto, la desinstitucionalización del país y la búsqueda de figuras mesiánicas salvadoras. Hay que empezar por desactivar eso y darle más peso a las instituciones y a la separación de poderes. Por otro lado no se puede depositar en la escuela la educación en valores como si éstos fueran una ficción que está en los libros o discursos de los profesores. Así no vamos a llegar a ninguna parte. Los contravalores que están presentes en el mundo real dominan la mente de los niños y jóvenes no se desactivarán con discursos o tareas, sino con hechos y ejemplos. Cuando haya transparencia en las acciones y cifras de todas las instancias de gobierno, termine la impunidad y hayan más figuras adultas que se comporten de acuerdo a los valores que idealizamos en las sociedades occidentales, entonces tendremos generaciones de jóvenes que incorporen esos valores a su vida. Mientras eso no ocurra, será pura fantasía. Cualquier «aprendizaje de valores» depende de que la generación adulta sea la portadora de estos valores. De lo contrario, los mensajes educativos serán vacíos, inconsistentes e irrelevantes. Nunca fue efectivo el mensaje «no hagas lo que yo hago».

T de M: ¿Cuál sería el rol del ambiente familiar y escolar en todo esto?

Un niño que nace en una familia desarticulada, disociada y violenta no va a desarrollar identificaciones positivas y armónicas con la sociedad adulta. Un niño que está a cargo de profesores dogmáticos y represivos se convertirá en un ser apático y pasivo. Aprenderá a someterse a la autoridad de cualquier caudillo que sea capaz de inspirarle esa mezcla de miedo con seguridad propia de los esquemas autoritarios como el senderista o el fujimorista. Es más, el día que le toque ser autoridad la ejercerá como Alberto Fujimori o alguna de sus francotiradoras, que son los modelos masculinos y femeninos del autoritarismo. Si ese niño observa que el crimen si paga, que permite alcanzar fácilmente la riqueza y el bienestar, cosa que los esfuerzos personales y el estudio o el trabajo no le permiten, ese niño que no tendrá ningún aliciente para asumir los valores morales que sus adultos predican.

T de M: ¿Qué otras lecciones dejan los resultados de la exhibición de estos vladivideos?

Que tarde o temprano la verdad sale a flote y que el poder es pendular. En cierto tiempo estas arriba y luego abajo. Sólo quien es conciente de esto puede ejercer un cargo público con integridad y tranquilidad de conciencia para vivir tranquilo con sus actos por el resto de sus días. Políticamente además creo que al Perú le hacen mucho daño la opción de la reelección. Creo que eso debe ser revisado.