El 1ero de mayo la Confiep publicó un comunicado criticando al Gobierno y al Congreso por su vocación de persecución a empresarios fujimoristas, aduciendo que se basaba en intereses subalternos, rencores y venganza. También criticó al Poder Judicial por juzgar dos veces a las mismas personas, privándolas de su libertad sin respetar el debido proceso y sin demostrar primero su culpabilidad. El 12 de mayo los ex presidentes de la Confiep suscribieron un comunicado de apoyo al anterior. Hace unos días la Confiep hizo oír su voz oponiéndose al acuerdo de fijación de precios a través de la banda tarifaria acordada entre el Ministro de Transportes y los transportistas de carga pesada que fueron a la huelga, anunciando además que irían a las instancias judiciales para pedir la anulación de dicho acuerdo.
Curiosamente, no hemos visto ningún comunicado de Confiep respecto a las marchas y huelgas de los cocaleros, las obstetrices, el Sutep, etc.
Me pregunto si la Confiep no tiene nada que decirle al país cuando no se trata de algo que afecta directamente sus negocios. Me pregunto si el tema educativo y magisterial no es lo suficientemente crucial para el desarrollo empresarial como para decir una palabra al respecto. Me pregunto si la Confiep cree que el pueblo peruano, que es quien vota para elegir a los presidentes, congresistas y alcaldes, entenderá y se solidarizará con los problemas y propuestas de los empresarios si éstos solamente se dedican a intervenir cuando algo afecta directamente a su gremio o a su bolsillo. Me temo que no. Si hay un gremio que tiene la fuerza para influir en la agenda del gobierno ese es la Confiep. Sin embargo, la ausencia de su voz en asuntos sociales cruciales convierte al empresariado en una isla de intereses que por egoísmo o indiferencia no se articula con el resto del país.
Que incoherente resulta que los gremios empresariales por un lado mencionen en sus discursos de orden en sus eventos que la educación es clave para el desarrollo económico y social del país, que IPAE haya dedicado recientemente un CADE a la educación, que Perú 2021 procure hacer proyectos de innovaciones educacionales, pero que cuando hay un evento como la huelga magisterial que conmociona al Perú entero su voz esté ausente. Así las cosas, difícilmente los empresarios puedan encontrar oídos receptivos para entender sus propuestas para el desarrollo económico del país.
Cuando los empresarios alertan a la opinión pública respecto a los peligros del populismo, la inflación, la corrupción judicial, la intervención politiquera e irresponsable en el libre mercado y en la legislación laboral, ¿quién los escucha, además de ellos mismos? ¿Se han preguntado porqué tan fácilmente en el debate constitucional los congresistas han propuesto fórmulas populistas en tantos temas que afectan al empresariado?
Quizá sea bueno que los gremios empresariales empiecen a mostrar un mayor desprendimiento interesándose en otros sectores muy sufridos, identificándose con sus carencias, haciendo propuestas para colocarlas en la agenda. Habiendo tantos empresarios que admiran el modelo chileno ¿todavía no se han dado cuenta del papel que juega la educación en la revolución económica y productiva chilena?
Mientras el reclamo empresarial siga basándose en la defensa de exenciones tributarias o el mantenimiento de elevadas tarifas telefónicas y eléctricas, la defensa del derecho al despido de trabajadores en las empresas privatizadas o la defensa de los ministros fujimoristas, teniendo como telón de fondo los vladivideos que muestran a empresarios recibiendo sobornos, difícilmente algún peruano quiera mover un dedo en favor de los empresarios a quienes perciben como egoístas e “insensibles a las necesidades del pueblo”.
Los gremios empresariales deben percatarse del importante rol social que cumplen en el liderazgo del país, especialmente cuando el estado es débil y los políticos están desprestigiados. Si los buenos empresarios quieren mejorar su imagen y convertirse en actores sociales confiables y respetables, tienen que asumir roles sociales, cívicos y educativos más visibles, incluyendo algunas acciones de reivindicación social y ética. Deben luchar día a día por su buena imagen, pronunciarse sobre problemas nacionales y diferenciarse y denunciar a los malos empresarios. De lo contrario, perderán la oportunidad de construir la ansiada paz social integrada con una cultura de respeto y aprecio al empresariado. Si los empresarios no se la juegan por la democracia, la infancia, la educación y otros temas no-empresariales, nadie se la jugará por ellos cuando vuelvan los momentos de abuso, violencia y populismo anti-empresarial en nuestro país.