Me descalificaron como candidato porque no declaré como patrimonio un triciclo para bebe y un bote de basura –constituyéndose eso en una evidencia de engaño y mala fe que podría distorsionar la imagen que tienen de mi los votantes-. n el contexto actual, podría haber pasado eso.

¿Para qué necesitamos jueces electorales si no confiamos en que el buen uso de las neuronas cerebrales permite alinearse con el espíritu de las normas? ¿Qué lógica tiene usar los registros públicos y judiciales para ver omisiones cuando debería ser información que se jala directamente con un enlace que se adjunta a la declaración patrimonial con lo que no habría ninguna contradicción?

Los jueces dicen “nos hemos limitado a aplicar la norma al pie de la letra”. Entonces, ¿para qué los necesitamos? Mejor hagamos un programa de inteligencia artificial que se alimente con las normas, los registros públicos y judiciales, para que decide automáticamente quién pasa y quién no en 30 segundos. Con eso ahorraríamos tiempo, dinero, angustias, trámites, apelaciones, y podemos prescindir del JNE

Al igual que como señalé en el post sobre el ridículo orden de méritos de la evaluación de los abogados para ser elegidos miembros del JNJ usando arbitrarias diferencias por centésimas para ese fin la del JNE (dando más méritos a Imelda Tumalán (80.80) que Antonio de la Haza (80.65) y Guillermo Thornberry (80.40) por centésimas prescindiendo de la inteligencia y saber calificado de los evaluadores), se suman las descalificaciones ridículas de candidatos (varios de ellos por omisiones en declarar automóviles antiguos o en desuso que aparecen en los registros públicos). Esto se suma a una larga colección de evidencias de la urgente necesidad que tenemos los peruanos para que el sentido común encuentre un espacio dentro de la frondosa legislación y la inteligencia de nuestras autoridades.

El gobierno peruano acostumbra ponerle un gorrito inspirador a cada año del Ejecutivo. ¿Qué tal si este se llamara el «año del sentido común» convirtiéndolo en un propósito nacional?

Bajo ese concepto, dar decretos de urgencia y proyectos de ley y animar al nuevo Congreso a escanear nuestra legislación bajo el filtro del sentido común para proponer las enmiendas que hagan de nuestra legislación algo menos ridículo que lo actualmente existente. Y sobre todo, animar a los jueces a que utilicen la inteligencia y sentido ético que pudieran tener para resolver con justicia dentro del espíritu de las normas los casos de discordia.

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