Evaluadores de miembros de la JNJ renuncian a la inteligencia en favor de la aritmética

Los evaluadores de los postulantes a la Junta Nacional de Justicia, que son considerados como personas altamente acreditadas para la evaluación de postulantes a éste órgano de justicia, terminan renunciando a usar la inteligencia para depositar en la aritmética la selección de los aptos para ser titulares de la JNJ

Veamos:

1). Se decide arbitrariamente que los conocimientos valen 30%, el currículo vale 30% y la entrevista personal 40% para establecer quién es mejor profesional para el cargo. Luego se establece arbitrariamente que esos porcentajes deben sumarse ciegamente para dar un total que definirá un orden de méritos con porcentajes calculados hasta las centésimas.

2). Podrían decir que eso ya viene distorsionado desde la ley producida por un congreso inepto, pero entonces sigamos: la forma de construir las rúbricas y factores que determinan cómo se alcanzan esos 30%, 30%, 40% es otra arbitrariedad con equivalencia aritmética. Nos dicen por ejemplo que Henry Ávila (30 puntos) tiene mejores conocimientos que Aldo Vasquez (28 puntos) y que Luz Tello (19.05) tiene mejor currículo que María Zavala (18.60). No deja de ser interesante preguntarse por ejemplo cómo han calculado que el currículo de una vale 0.45 más que el de la otra (¿?)

Pero más notable resulta que a ello le suman los puntajes subjetivos y arbitrarios de cada evaluador en las entrevistas (si fueran “objetivos” todos los evaluadores asignarían el mismo puntaje), que dan como resultado algo de lo más curioso: Imelda Tumalán (80.80) tiene más méritos que Antonio de la Haza (80.65) por 15 centésimas, y éste más que Guillermo Thornberry (80.40) por otras 25 centésimas, pero ese último 0.25 determina que el primero sea titular y el segundo suplente de la JNJ.

¿Qué de “objetiva” tiene esta arbitraria evaluación tan “subjetiva”? Y si todas las evaluaciones de personas son subjetivas (y lo son) porqué no poner el peso en el criterio consensuado de 6 personas acreditadas, en vez de ponerlo en un algoritmo aritmético?

En el mundo escolar, se ha discutido hasta la saciedad la obsoleta presunción de que un alumno que tiene promedio 19.2 es mejor que uno que tiene 19.1, o que uno que tiene 10.4 merece desaprobar pero si tiene 10.5 merece aprobar. Por eso se está girando hacia una evaluación cualitativa más globalizadora que se expresa en letras A, B, C, que abarca cada una un espectro más representativo de los distintos niveles de capacidades de cada persona, que asumir que esas capacidades se evalúan y diferencian mejor usando una escala de 0 a 100 con puntajes calculados hasta el centésimo.

¿No hubiera sido más sensato que los candidatos preseleccionados hubieran sido evaluados solamente con criterios cualitativos globalizados del tipo A, B, C y que la definición final hubiera respondido a un orden de méritos discutido y consensuado entre los seis evaluadores que pudieran apreciar a la totalidad de la persona y no la suma aritmética arbitraria de sus partes?

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