REACCIONES AL POST “YO SOY VENEZOLANO” (19 09 2019) http://www.trahtemberg.com/articulos/3453-yo-soy-venezolano.html

Luego de publicar ayer mi post “yo soy venezolano” observé que por un lado había una sintonía mayoritaria con la demanda de mayor empatía y valorización de cada persona por lo que es, evitando estereotipar a todos en función de su nacionalidad (podría ser también por religión, origen étnico, filiación, género, etc.), pero por otro lado un conjunto de lectores que más bien insistían en su postura estereotipadora y generalizadora descalificadora.

Para ello algunos usaban argumentos como que “Ud. no conoce la realidad del Perú” o que “como Ud. no ha tenido una mala experiencia con venezolanos entonces se permite hablar de empatía”, sumado a uno que otro argumento relativizador como que no se puede comparar a los buenos peruanos que emigran con los malos venezolanos que inmigran al Perú.

En relación a eso, no sé bien qué significa “conocer” o “no conocer el Perú”, salvo que el comentarista suponga que el Perú es solo aquel espacio de vida en el que él habita, lo que por cierto es bastante sesgado. Por otro lado, si yo he tenido buenas experiencias con los venezolanos al igual que muchos otros (adjunto abajo el link de la encuesta de Aptitus en Gestión*) y el comentarista ha tenido malas, ¿tiene alguno de los dos el derecho de asumir que hay una sola versión de las cosas? ¿No reitera eso la necesidad de juzgar a cada uno por sí mismo y no por sus connacionales (al igual que se hace con cualquier persona, también entre los peruanos)? Decir que los peruanos que emigran son buenos y laboriosos es tan estereotipador como decir que los venezolanos que inmigran son gente de malvivir.

Sin embargo, el objetivo del post es tratar de ponernos por encima de las experiencias personales de cada uno y ponderar los valores a los que nos remitimos cuando proponemos alguna visión de la convivencia democrática. Suponiendo que no existan venezolanos, ¿con qué valores cívicos y democráticos nos aproximamos a la diversidad de personas que son distintas a nosotros o que no calzan con la imagen que tenemos de ellas? (algo muy necesario en el Perú que actualmente se encuentra en una tensión polarizadora enorme por temas de filiación política, religiosa, étnica, equipo de fútbol y temas de género, cuyo ingrediente más incendiario es la descalificación del otro porque es o piensa distinto que uno)

Una conclusión que emerge de todos esos comentarios es que la empatía y respeto mutuo se incrementa cuando uno conoce a una o más personas que no corresponden al estereotipo construido para el grupo aludido. Basta conocer a una persona decente y valiosa del grupo para que las personas “ablanden” su visión descalificadora para el conjunto.

Quizá un reto para los medios de comunicación que aspiran a la convivencia democrática es exponer a la opinión pública no sólo los crímenes de venezolanos delincuentes, sino las experiencias de valor positivo que se observan en tantos esforzados venezolanos de buen vivir. Y en cuanto a las familias e instituciones educativas que hablan de “educación cívica” y “valores”, que hagan notar los diversos lados del cubo de los integrantes de cualquier grupo nacional, y la importancia de no dejarse llevar por prejuicios y estereotipos al opinar sobre terceros (tampoco a ellos les gustaría que los otros los juzguen y descalifiquen sin conocerlos)

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