Salvo los financistas y funcionarios ministeriales que tienen que estar al día para intervenir en coyunturas de momento, el común de los ciudadanos podrían limitarse a leer o ver las noticias políticas y varias otras el fin de semana. Para entonces ya se asentaron y clarificaron los hechos de la vida pública que en el día que ocurren usualmente están revestidos de rumores, chismes, twitts, interpretaciones de gente mediática, emociones y griterios de momento, hasta que se decantan en algo más claro y cercano a la verdad.

Por ejemplo el choque Ejecutivo Legislativo se lee y entiende mejor al cabo de la semana, (con alza en encuestas presidenciales y defensa de curul-privilegios de congresistas incluido) que cuando uno quiere entender, interpretar y pronosticar en el mismo momento los sucesos que se espera que se desarrollen a continuación (que para no pocos suponía cierre de congreso)

 

Sin embargo, la lectura del fin de semana genera menos estrés, menos irritación contra los actores políticos y más tranquilidad para conectarse con hechos en vez de emociones.

Quien sabe eso nos permita ver con menos pesimismo el juego político del país.

Por lo demás las noticias científicas, económicas, sociales, culturales se digieren mejor con la calma del día de descanso que con la vorágine del ajetreado día laboral.

A mí me funciona bien…

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