Vale la pena reflexionar sobre lo que dice Erika Christakis en su libro “The Importance of being Litte” al hablar de la falta de figuras masculinas en el hogar y en los centros de educación inicial (Pags.263-266). Dice que los varones en la educación inicial pasan hoy por un escrutinio de los padres que parten por considerarlos «culpables de pre-crímenes» (de tocamientos, abuso, etc.), que hace que los padres prefieran tenerlos lejos de sus niños. Los profesores entienden el riesgo de estar con niños pequeños y prefieren alejarse de ellos, especialmente evitando el contacto físico que es tan necesario en esas edades.

Los niños y niñas necesitan tener desde pequeños vínculos con padres hombres y mujeres ya que cada uno trae consigo distintos contenidos y representaciones simbólicas que nutren la seguridad y estabilidad emocional de los niños. Así mismo los niños necesitan el contacto físico con los adultos y demás niños, un abrazo, cargarlos si sufren, porque es parte de su contención y gratificación sensorial-afectiva.

De este modo se priva a los niños de tener un contacto físico saludable con adultos varones, lo que genera un vacío de vínculos que se acentúa en los hogares en los que a falta de un padre varón los niños solo son atendidos por sus madres y maestras.

Esta especie de apartheid de facto de los varones en la educación inicial lleva a una estratificación por géneros en profesiones como la docencia y enfermería para el trabajo con niños pequeños, restando a los niños las oportunidades para modelar relaciones sanas entre hombres y mujeres.

Se le da menos peso a las huellas emocionales que dejan docentes mujeres que gritan, maltratan psicológicamente y reprimen a niños pequeños, y se sobredimensiona la descalificación sin oportunidad de demostrar su valía a varones que pueden fungir como figuras de identificación sólidas, con capacidad de acoger y vincularse sanamente con los niños y niñas.

Deja que pensar…

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