En el gobierno de Alberto Fujimori, al explicar la elección de ministros solía decir que no le interesan los intelectuales sino los ejecutores. Y claro, terminó atropellando todo aquello que el saber humanístico aporta en términos de visión de país, derechos humanos, institucionalidad, justicia y democracia. Tampoco pudo aprender lo que los historiadores y literatos han documentado una y otra vez sobre el ascenso y la caída de los gobernantes dictatoriales (que Hítler, Ceausescu, Kadhafi y Maduro tampoco leyeron).

El mundo intelectual y el pensamiento humanístico aportan la amalgama intelectual que articula el país en torno a una visión, principios y posibles rutas para realizarla. El ámbito ingenieril, administrativo y tecnológico aportan las herramientas duras y prácticas para resolver los problemas del mundo físico,.

La paridad de los aportes de ambos es esencial, así como lo es el tránsito mutuo entre el corto y el largo plazo para que la coyuntura no se coma la visión.

El Perú anda dando tumbos porque ninguna de las dos esferas está cumpliendo su misión, las que están siendo reemplazadas por las encuestas y las estrategias de comunicación política definida por los publicistas, que ahora están migrando de la lucha contra la corrupción al empoderamiento de la mujer por vía de la paridad de género en el gabinete y de promover que se extienda a otras esferas (que también se agotará rápido).

Es hora de reformular el quehacer político para que estas dos fuerzas ineludibles para el progreso de las naciones democráticas resulten productivas para el Perú.

Quien sabe la combinación del Ing. Vizcarra y el humanista Salvador del Solar pueda ser auspiciosa para que de una vez por todas tengamos claridad sobre cuál es la visión de futuro del Perú en torno a la cual se organizará la movilización ciudadana, la cultura y los quehaceres ejecutivos del corto y mediano plazo.

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