En reciente conferencia con directores de colegios, varios de ellos religiosos, hablábamos de la sexualidad erotizada de los jóvenes, exacerbada por los medios e internet, y sobre cómo cultivar valores como el pudor, recato y el respeto mutuo entre jóvenes, aún en plena explosión hormonal que los lleva a excitarse sexualmente al compartir espacios durante la adolescencia. Todo ello en un mundo en el cual cada vez más los niños y jóvenes necesitan un fuerte “yo” y una elevada autodisciplina y alerta para manejar sus conductas en espacios tan complejos y riesgosos como el del mundo digital.

En ese contexto les pregunté si creían que el uniforme escolar era beneficioso o no para tratar estos temas. Reconozco que hay diversos argumentos a favor y en contra del uso del uniforme por lo que no es una discusión zanjada, pero pensemos en esto: hasta qué punto el uniforme es un disfraz de la identidad de los jóvenes, impuesto desde fuera, que les quita la oportunidad de ejercer su autonomía para vestirse adecuadamente pero como prefieran.

¿No sería mejor ofrecerles la opción de vestirse a su gusto, pero con el compromiso de acatar un código de vestimenta que incluya el pudor y recato, y además, sin apelar al merchandizing comercial o a los estampados con imágenes ajenas a su identidad personal como las que apelan a personajes del cine, televisión o los deportes?.

¿En qué circunstancias tiene el colegio más oportunidades para trabajar estos temas: cuando están ausentes por reglamento o represión, o cuando aparecen como consecuencia de una decisión personal del alumno, que al chocar con el código de conducta con el cual se han comprometido, los obliga a adaptarse y regularse? ¿En qué escenario los jóvenes pueden ejercitar y evidenciar esas capacidades?

Después de todo, esos alumnos y alumnas que se colocan un uniforme escolar saben que esa no es su ropa común, y obviamente no la usan fuera del colegio. En cambio, usar libremente ropa que les gusta y acomoda habiendo trabajado los criterios de valor que a través de ella se reflejan, tiene más posibilidades de impactar en el uso extra escolar de la vestimenta con recato y pudor.

En educación hay muchas cosas no resueltas, como ésta la del uniforme escolar. Lo importante es discutirlas y escuchar la voz de los alumnos, porque si queremos un compromiso de su parte en la formación en valores, ellos tienen que sentir que su voz es acogida.

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