¿EN QUÉ SE DIFERENCIA UN COLEGIO DE UN MUSEO? En casi nada, y eso es lo lamentable (León Trahtemberg)

Los museos tradicionales son espacios diseñados para encontrarse con el pasado, sentirse parte del pasado, imaginar cómo hubiera sido vivir en el pasado, reconocer los objetos del pasado… es lo mismo que ocurre en la mayoría de los colegios. El diseño de las aulas, mobiliario, las dinámicas de la clase, los formatos curriculares, la rutina basada en horarios fijos y tareas, la evaluación basada en exámenes individuales escritos, las notas que reducen el potencial de los alumnos a un número, son las mismas que vivieron los padres y abuelos de los niños de hoy. Claro, hay aparatos que proyectan desde una PC alguna imagen o video, como ocurre también en los museos; y las pizarras de madera o pintura marcadas con tiza han sido reemplazadas por acrílicas marcadas por plumones… ¿eso es lo que pone a los colegios a tono con los tiempos? ¿El objetivo es preparar a los alumnos para adaptarse al pasado o para que puedan adaptarse al incierto futuro?

¿Qué empresa o institución de vanguardia en el mundo de hoy se parece en su diseño y actividad a lo que se hacía hace 10, 50 o 100 años? La única es la escuela. Son los museos tradicionales vivientes del pasado cuya misión suele decirse que consiste en preparar a los alumnos para el futuro.

Los colegios que forman estudiantes para el futuro podrían tener en su imaginación lo que para Disney era el parque de diversiones “tomorrow-land” que permite a los usuarios crear sensaciones y explorar el futuro. En cierta forma, los museos modernos están acogiendo este nueva visión.

Los profesores deberían ser “futuristas” de las ciencias y ciencias sociales más que “pasadistas”; las clases debieran parecerse a cápsulas del tiempo que viaja al futuro más que al pasado que nunca se repetirá.

Las cosas en esto tiempos cambian tan rápido que nuestros alumnos deberían ser expertos en adaptarse al cambio y adquirir habilidades transferibles a situaciones desconocidas en vez de perder el tiempo entrenándose para responder a pruebas estandarizadas atomizadoras del conocimiento, acotadas, de valor efímero, que se responden chancando para lo cual usan la volátil memoria de corto plazo. Pasado el examen se evapora lo “aprendido”.

Preparase para el futuro no solo implica adquirir la formación y las habilidades para ser productivo en escenarios impredecibles, tener un empleo o fuente de ingresos, ser buscador y solucionador de problemas, sino ser un miembro que contribuye al bienestar de su comunidad, constructor y participante de la vida democrática, que procura hacer de este un mundo mejor, y ser un aprendiz continuo por toda su vida. Como nada de esto se hace en un museo, tampoco se hace en la escuela.

Mi deseo para el 2018 es que la comunidad peruana gire, en todo orden de cosas, de su anclaje al pasado hacia su orientación al futuro, y que la escuela sea un espacio privilegiado para ese gran replanteamiento nacional.

Feliz año 2018

En FB: https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/1610235985743597?pnref=story

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