León Trahtemberg: ¿Qué polo deberíamos ponernos hoy? (10/11/2017)

Veo en la calle cantidades de gente incluyendo escolares que hoy día dejan de lado su vestimenta escolar para vestir el polo de la selección peruana de fútbol y eso me preocupa. No sé cuál es el mejor momento para expresar o para compartir preocupaciones y reflexiones que me suscita la fiebre nacionalista futbolera desatada últimamente. No sé si antes o después del partido, de un triunfo o derrota, si alguna vez. Es que cuando hay de por medio efervescencia fanática, las reacciones de los lectores tomados por la emoción son muy hepáticas y no dejan espacio a la reflexión. Lo acabamos de ver cuando posteé una columna señalando que al lado de todas las muestras de identificación con Paolo Guerrero y las teorías de conspiración en su contra que se desataron, no deberían faltar posturas que consideren que en tanto no se conozca con precisión la verdad de los hechos, también hay que ponerse en el caso de que Paolo Guerrero haya incurrido en una acción indebida.

Pienso que como ciudadanos críticos deberíamos ser capaces de preguntarnos siempre que ocurre algún esporádico fenómeno de unión nacional como este cuán verdadero es o cuan fabricado y manipulado es desde los interesados en sus objetivos económicos o políticos, en un país que usualmente es indiferente al deporte, cuyas figuras talentosas tiene que solventar con su propio esfuerzo y peculio los gastos para entrenar y figurar, en el que su campeonato nacional de fútbol evidencia una improvisación y mediocridad continua, en el que los estadios deportivos se usan para conciertos más que para incentivar la práctica deportiva “porque hay que generar recursos”.

Se está convirtiendo el uso de un polo rojo y blanco en sinónimo de peruanidad, de amor a la patria, de identificación con metas nacionales compartidas, casi como si fuera una lavandería de conciencias por todas las otras miles de situaciones cotidianas que más bien denotan egoísmo, discriminación, abuso, maltrato al prójimo, violación de derechos, indiferencia frente a los niños, corrupción en todos los niveles de autoridad…

Cuánto me gustaría que ese amor a la patria se expresara eliminando las colas de ancianos para cobrar pensión 65 o para atenderse en un hospital, en la actitud de servicio gentil a quienes hacen trámites en cualquier oficina pública que además denuncia cualquier intento de corrupción, en bajar a cero la desnutrición crónica infantil que condena a la invalidez intelectual a miles de niños, en respetar a los cientos de miles de personas que colaboraron en el censo nacional atendiendo rápida y oportunamente su derecho a un refrigerio digno y depósito en cuenta de sus honorarios, en el respeto a la autoridad y la de estas a los ciudadanos…

¿No sería más auténtico en ese caso ponerse polos rojiblancos con mensajes como “ninguna cola más para enfermos”, “desnutrición infantil cero”, “servicios públicos amables” “respetamos a la autoridad y esta nos respeta”…?

Regreso al inicio. No es que no quiera que el equipo de fútbol del Perú gane un partido decisivo. Lo que no quiero es que nos tiren un peruano-anestésico por la cabeza y que lo aceptemos sin levantar la cerviz. Que la ilusión momentánea de un triunfo no enturbie los verdaderos retos que tenemos por delante los peruanos para con nuestro país. Que no dependa de un partido de fútbol que suba o baje el PBI.

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Columna afín:

La benzoilecgonina, la sustancia que vinculan a Paolo Guerrero. Globoesporte de Brasil señala que en la muestra B del delantero se encontró la misma sustancia que en la primera

LT: Por fin una voz equilibrante en el oceano del fanatismo. «No me solidarizo con Paolo», por Fernando Vivas, El Comercio 08 11 2017

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«El héroe imperfecto», por Jaime Bedoya, El COmercio 12 11 2017

Posteos afines:

14/11/2017 «¿A quién se le habrá ocurrido plantear esperar hasta las 12 p.m. del miércoles para saber si al día siguiente habrá labores y colegios estatales (suponiendo que los privados se anticiparán a cualquier escenario)? ¿Habrá diferencia en la «unión», «algarrabía» y celebración entre los estatales que eventualmente no trabajarían o irían al colegio, versus los privados que sí irían? En caso de perder el Perú, los padres, niños y adolescentes que se queden despiertos hasta medianoche y más, ¿sí deben levantarse temprano para cumplir su horario escolar o laboral? Si la intención es que todos los interesados vean el partido ¿no hubiera sido mejor que independientemente del resultado se establezca que al día siguiente el inicio de las actividades se hará 1h ó 2h más tarde?» https://diariocorreo.pe/ciudad/mtpe-confirma-jueves-dia-no-laborable-peru-clasifica-mundial-786080/

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15 11 2017 Insisto, ¿hay que esperar a hoy miércoles 12 p.m. para que alumnos, profesores y padres sepan si hay colegio? ¿No es absurdo para la necesidad de planificación de las actividades del día siguiente? ¿No tendría más sentido un comunicado afirmativo y unívoco respecto a las actividades escolares del jueves, apelando quizá, a la necesidad del descanso reparador de profesores y alumnos que masivamente verán el partido -sea cual sea el resultado-? http://www.minedu.gob.pe/n/noticia.php?id=44977

Dicho sea de paso, atletas de Perú han ganado varias medallas en los bolivarianos ¿No debería el Minedu celebrar eso? https://depor.com/full-deportes/otros-deportes/juegos-bolivarianos-2017-conoce-atletas-peruanos-ganaron-oro-santa-marta-fotos-53967

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17 11 2017 DE LA IRRITACIÓN A LA CELEBRACIÓN (León Trahtemberg)

Me daba vueltas a la cabeza la pregunta ¿por qué no me emocionan los triunfos de la selección peruana como a buena parte del resto de peruanos?; ¿Por qué celebrar el triunfo de un equipo nacional de fútbol en un país que tiene una liga de fútbol mediocre, con clubes quebrados, endeudados incluso ante la complaciente Sunat (con ellos), fuente de corrupción de dirigentes, sometidos a los dictados de una crecientemente corrupta FIFA y federaciones de fútbol?. Además, en un país en el que los deportistas esforzados no reciben la menor atención de los medios ni de los ministerios que deberían auspiciar sus entrenamientos y participación (con gastos pagados, claro) en eventos internacionales… a quienes les toman una foto en Palacio de Gobierno cuando por méritos propios logran una medalla internacional de la que se apropian los gobernantes “en nombre de la nación”. Sumemos a eso la exacerbación premeditada de sus logros por parte de comerciantes y medios que incrementan sus ventas, y el aprovechamiento psicosocial de políticos que aprovechan para bajar el dramatismo de Lavajato o intentar destituir al Fiscal de la Nación y miembros del TC y hasta introducir la variable de la vacancia del propio presidente de la República.

Después de darle muchas vueltas entendí que sí hay un motivo de celebración, pero no tiene nada que ver con la efímera sensación de falsa peruanidad o de unidad nacional. Lo que podemos celebrar es que en el Perú, en un océano de mediocridad es posible que se gesten islas de excelencia, sea en el deporte (maratón, lucha libre, ajedrez, voleybol, tabla, etc.), la educación (colegios y redes escolares muy reconocidos), la salud (médicos e investigadores médicos de alto nivel), la ingeniería (con eminencias internacionales), las empresas (que colocan fuera de las fronteras sus productos), la gastronomía (con chefs y restaurantes premiados), etc.

Esos referentes lo que nos dan no es una felicidad pasajera de 48 horas, sino la evidencia de que cuando los peruanos nos proponemos algo importante con seriedad, responsabilidad, dedicación y pasión, es posible alcanzar los más altos niveles de logro posibles en nuestra civilización. Eso sí vale la pena celebrarlo y quizá hacer de ello un gran objetivo nacional: convertir al Perú en un espacio fértil para que broten las islas de excelencia, con la expectativa de que la suma de todas ellas derroque los males que frenan y pesan a toda la nación.

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