Me estoy tomando un mes para visitar colegios y países sobre los que se hace mención en la literatura sobre innovaciones educativas. Ese periplo ya me llevó a Barcelona y seguirá por Copenhague, Estocolmo, Tallin, Helsinki, Tel Aviv y Jerusalem.

Mi intención es aprender de lo que veo que logran los países y particularmente los colegios innovadores en sus respectivos contextos, y hacer una confrontación entre lo que aprecio en ellos con lo que vemos cotidianamente en el Perú, para así inspirarme respecto a lo que podríamos hacer en el contexto peruano para mejorar nuestra educación. Compartirlo en estas columnas espero que provoque reflexiones constructivas y creativas en cada uno de los lectores sobre los temas aludidos, sin idealizaciones porque cada caso tiene sus virtudes y limitaciones.

En los dos colegios innovadores que visité -entre los más reputados de Barcelona-, el Montserrat y Jesuites el Clot encontré algunas similitudes interesantes de las que mencionaré algunas potentes. Regularmente juntan las dos aulas del mismo grado con 30 alumnos c/u para trabajar en aulas amplias de 60 alumnos con 3 profesores (y un acompañante por horas si hay un niño con NEE). Además, las aulas son totalmente transparentes (paredes de vidrio) y paredes internas tipo acordeón de vidrio que permiten dividirla en dos si se requiere. Así mismo, un anexo para trabajar con grupos de alumnos pequeños que también sirve como sala de profesores. Los amplios corredores tienen sus «plazas» que se usan como espacios para trabajar en los grupos. Cada uno de los 3 profesores toma 20 alumnos para ser su tutor durante el año.

El horario diario está pensado para trabajar unos minutos iniciales de acogida con el conjunto de alumnos de cada grado y luego dividirse en grupos tanto para el trabajo de proyectos –que es diario, procura ser interdisciplinario y abordar las inteligencias múltiples- como para las materias específicas que son principalmente catalán, español, inglés y matemáticas. Todas las mañanas dedican de 90 a 120 minutos para el proyecto de la semana (puede durar dos o tres también) y luego de un descanso pasan a las clases de las materias básicas (matemáticas, inglés, lengua y ciencias) y a las actividades tipo taller (música, educación física, artes plásticas según lo que manda el currículo oficial.

La evaluación es diferenciada, casi no hay desaprobados (precisamente por lo anterior) y mucho menos repitentes de grado.

Los alumnos tienen 30 horas semanales de las clases en días partidos por 2 horas de almuerzo de 1 a 3 p.m. y los profesores tienen esas 30 horas repartidas en 25 horas con los alumnos, 3 horas para el trabajo del trío docente del grado y 2 horas para otras coordinaciones del grado o padres.

En suma, es un paso adelante en la búsqueda de hacer aulas más transparentes, funcionales, dar más sentido integral a los temas de estudio -por proyectos- cuyo proceso de elaboración se coloca a la vista de todos en las paredes, y atender mejor las características diferenciales de los niños, cosa que se hace muy difícil en las aulas tradicionales en las que además hay solo un profesor por aula de 30 alumnos

LIMITACIONES

Las inquietudes que me suscitan estas primeras visitas tienen que ver con el logro aún parcial de una propuesta pedagógica que por un lado sea plenamente interdisciplinaria y por otro lado nazca de los intereses de los alumnos que de este modo activen los motores internos de su deseo de aprender algo porque responde a su curiosidad y entusiasmo por un tema. “No importa qué, pero que aprendan a investigar”.

Me refiero al hecho que el currículo oficial sigue teniendo una fuerte presencia autoritaria, que hace que los profesores preparen proyectos “para que se cumplan los objetivos planteados por las áreas y competencias establecidas por el currículo nacional”, les interese o no a los alumnos que cumplen las consignas y planes de investigación previamente prescrito por los profesores.

Claro que si los profesores fueron empeñosos logran plantear proyectos que motivan a los estudiantes. Pero aún en ese caso, éstos se planifican a partir de las áreas curriculares.

Por ejemplo, si en 5to grado les toca historia en ciencias sociales y artes plásticas, harán un proyecto que combine eso, por ejemplo, la historia de un personaje (escritor, artistas) o un monumento histórico. Si en 6to les toca estudiar en geografía las comarcas de la ciudad y en matemáticas los histogramas y gráficos, harán un estudio sobre los censos poblacionales y gráficas de producción, ruralidad, atractivos turísticos de las comarcas. El profesor les da la oportunidad de elegir una comarca (o las sortea) y los alumnos se ponen a trabajar.

FALTA UN SALTO MÁS

Creo que es una buena transición hacia una opción pendiente que encuentro más vanguardista, que es aquella en la que los alumnos traen el tema a investigar y lo abordan de modo multidisciplinario. Por ejemplo, si al venir a la escuela un grupo de alumnos encuentra un perro muerto en la calle y se preguntan ¿qué se hace con los animales muertos en la calle? eso probablemente movilizaría su investigación hacia infinitas aristas que pasan por los más variados ángulos de estudio que no tienen que limitarse a lo que prescribe el currículo para ese grado en geografía, historia o ciencias.

Ojalá que sea la siguiente etapa en el trabajo de proyectos de investigación, de modo que realmente movilicen todos los intereses y capacidades de los alumnos sin las restricciones de lo pre establecido por los profesores o el currículo detallado del grado.

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