Diarios Regionales 23 04 2017

Me estoy tomando un mes para visitar colegios y países sobre los que se hace mención en la literatura sobre innovaciones educativas. Ese periplo me llevó a Barcelona y seguirá por Copenhague, Estocolmo, Helsinky, Tel Aviv y Jerusalem.

Mi intención es aprender de lo que veo que logran los países y particularmente los colegios innovadores en sus respectivos contextos, y hacer una confrontación entre lo que aprecio en ellos con lo que vemos cotidianamente en el Perú, para así inspirarme respecto a lo que podríamos hacer en el contexto peruano para mejorar nuestra educación. Compartirlo en estas columnas espero que provoque reflexiones constructivas y creativas en cada uno de los lectores sobre los temas aludidos, sin idealizaciones porque cada caso tiene sus virtudes y limitaciones

En los colegios Montserrat y Jesuites de Clot de Barcelona encontré algunas similitudes interesantes de las que mencionaré unas potentes. Juntan dos aulas del mismo grado con 30 alumnos c/u para trabajar en aulas amplias de 60 con 3 profesores (y un acompañante por horas si hay un niño con NEE).

Además, las aulas son totalmente transparentes (paredes de vidrio) y tienen un diseño de paredes internas tipo acordeón que permiten dividirla en dos si se requiere. Así mismo tienen acceso a un pequeño anexo para trabajar con grupos de alumnos pequeños y que sirve como sala de profesores que planifican coordinadamente sus proyectos. De esos 3 profesores, cada uno toma 20 alumnos y se convierte en su tutor durante el año. Todo está pensado para trabajar unos minutos con el conjunto total de alumnos y luego dividirse en grupos tanto para el trabajo de proyectos –que es diario y procura ser interdisciplinario y abordar las inteligencias múltiples- como para materias específicas que son principalmente catalán, español, inglés y matemáticas.

La evaluación es diferenciada, casi no hay desaprobados (precisamente por lo anterior) y mucho menos repitentes de grado.

En suma, un paso adelante en la búsqueda de hacer aulas más transparentes, funcionales, dar más sentido integral a los temas de estudio y atender mejor las características diferenciales de los niños, cosa que se hace muy difícil en las aulas tradicionales en las que además hay solo un profesor por aula de 30 alumnos