El Tiempo 29 10 2016 Diarios Regionales 30 10 2016

Supongamos que de un equipo ministerial que está diseñando un currículo nacional se retira un integrante que es matemático teórico e ingresa un matemático orientado a la informática, o se permuta a un lingüista con un literato, o un biólogo con un médico, o se cambia al líder del equipo que viene de una corriente conductista por otro constructivista, o uno que tiene experiencia en gestión escolar con otro que la tiene en la investigación académica universitaria, ¿tendríamos el mismo currículo? Sin duda, no. Tampoco si se comparara el que se usa en el Perú con el de Argentina, Estados Unidos, Singapur o Australia. Sin duda en todos los países se enseña a leer, escribir y calcular, pero la dosis, gradualidad, amplitud y oportunidad de los ítems, plan de horas, ideologías de soporte, etc. es distinta en cada caso, además del peso que tienen los otros componentes del aprendizaje escolar.

En suma, los currículos tienen un enorme margen de arbitrariedad dependiendo de quiénes ocasionalmente están en la comisión encargada de elaborarlo y quién la lidera.

A eso se suma otro problema. Como los colegios no pueden enseñarlo todo, la comisión de currículo decide estrechar los saberes y la diversidad humana con sus diferencias individuales, económicas y culturales para convertirlas en un paquete de conocimientos, capacidades y habilidades que todos los egresados de los miles de diversos colegios del país deben adquirir, independientemente de sus particulares características cognitivas, emocionales, físicas, étnicas y sociales.

Por ello el currículo único nacional cumple la misión conductista de estrechar la mente y las oportunidades de desarrollo de los alumnos mediante arbitrarios estándares para los que diseñan libros y pruebas de evaluación cuyas notas determinan si el alumno logró un desempeño satisfactorio.

Qué distinto sería si es que el currículo nacional tuviera el soporte de una visión constructivista, anclado solamente en ciertos mínimos por ciclo, y se diseñara para permitir adecuarse a las particularidades de cada alumno, con una alta dosis de autonomía para que los profesores organicen las exploraciones e investigaciones de los alumnos en función de sus intereses y talentos. Más aún, no habiendo ninguna evidencia en el mundo de algún currículo único que garantice que todo aquél que se somete a él y aprueba las pruebas que se usan para medir su efectividad realmente tenga algún valor predictor respecto al éxito en la vida adulta -profesional, académica o personal- del egresado.

¿No sería bueno darnos la oportunidad en el Perú de ser innovadores en este campo?; ¿Al menos abrir la opción de que instituciones con una trayectoria y propuesta innovadora la puedan poner a prueba para beneficio de todos los interesados, incluyendo al Minedu que puede aprender de ellas y luego difundir las mejores experiencias para que todos los demás puedan inspirarse en ellas?; ¿No sería bueno alentar la innovación en lugar de temerle?

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LT: artículo de una voz que refleja lo que piensa un importante sector de los entendidos en pedagogía y gestión escolar: CURRÍCULO NACIONAL: GENERALIZARLO PARA EL 2017 SERÍA UN ERROR (Juan Borea Odría Licenciado en Educación Secundaria, director y profesor del colegio Héctor de Cárdenas, ex Jefe del Gabinete de Asesores del Ministerio de Educación)

En anteriores artículos he expresado mi opinión sobre el Currículo Nacional aprobado por la Resolución Ministerial N° 281-2016, señalando que su aprobación no cumplió con la consulta amplia dispuesta en el Reglamento de la Ley General de Educación, que lo aprobado está incompleto, además de hacerle una serie de observaciones técnicas que hasta ahora no han sido solucionadas.

Pero dado que ya es formalmente un hecho consumado (la realidad es harina de otro costal), sugería que durante el 2017 se desarrollara una aplicación piloto para realizar ajustes, mientras se forjaban los mecanismos necesarios para su adecuada implementación, que a decir de la misma página web del Ministerio (http://www.minedu.gob.pe/curriculo/) son “una etapa previa de capacitación docente, diversificación curricular en regiones, así como de desarrollo de herramientas curriculares que faciliten su aplicación”. A lo que yo añado la elaboración pensada (y no a la carrera con el fin de ganar la licitación) de los textos escolares. La misma página señala que es una aspiración que el Currículo Nacional, pese a ser un documento de carácter oficial, cumpla una función pedagógica y acompañe al docente en su labor cotidiana. ¿Se podrá cumplir esta aspiración sin la preparación adecuada? ¿No estará la política de la aplicación “al caballazo” generando en los maestros una confusión aún mayor de la que existe?

Es necesario recordar que el nuevo currículo trae muchos cambios que deben ser procesados por el maestro individualmente, así como en su conjunto como colegiado de una escuela, para convertirlo en normas consensuadas en el Proyecto Curricular Institucional. Ese procesamiento exige tiempo, que ahora no existe. Entre otros cambios, la página web citada dice que “La evaluación formativa y los estándares de aprendizaje son dos novedades de la versión actual del Currículo Nacional de la Educación Básica (…). Sin embargo, efectivamente, el currículo no señala metodologías de enseñanza para lograr dichos estándares, sino que explicita los aprendizajes mínimos y, en esa línea, es una guía para la labor docente.

Para sugerir dichas metodologías y formas de evaluación, contaremos con otro tipo de herramientas curriculares que permitirán esclarecer dudas”. ¿Existen ahora esas herramientas curriculares? NO. ¿Van a poder ser procesadas (en caso que se publicaran estos días) en este mes y medio en que los maestros estamos cerrando el año con refuerzos académicos, actividades formativas extra curriculares, elaboración de documentos e informes? NO Es más, al 30 de octubre en que escribo este artículo, no han sido aprobados los programas curriculares de Inicial, Primaria y Secundaria; lo que ha sido aprobado con la R.M. es la parte general, con competencias, capacidades, estándares y desempeños (muchos de los cuales son cuestionables). Pero no los programas curriculares, los que incluso hace algunas semanas han sido retirados de la página WEB del Ministerio. Me pregunto al respecto ¿con qué programas están elaborando los proyectos de textos las editoriales? ¿Con qué programas estarán diseñándose los programas de capacitación a docentes? ¿Tendrán el tiempo necesario las instituciones encargadas de elaborarlos para hacer un buen trabajo? Surge entonces una pregunta de sentido común: ¿Por qué apresurar la generalización? ¿Hay otras razones además de las pedagógicas? Al respecto, el Presidente del Consejo Nacional de Educación envió el 10 de octubre al Viceministro de Gestión Pedagógica una carta con la opinión de la Comisión de Aprendizajes del CNE, la que ha sido publicada en la página web del CNE en el link http://www.cne.gob.pe/index.php/opiniones-institucionales-2016.html

Esta carta tiene como “propósito principal (…) indicarles que en opinión del CNE resulta inconveniente pretender que el CN (Currículo Nacional) se implemente a partir de inicios del próximo año. El motivo para esta opinión es que transcurridos cuatro meses desde la aprobación del currículo y faltando tres meses para el inicio del nuevo año, no se han desarrollado las acciones de difusión y capacitación previstas en el artículo 3 de la mencionada RM ni otras sugerencias incluidas en las comunicaciones del CNE. Y desarrolla a continuación una serie de sugerencias del CNE que no habrían sido tomadas en cuenta. Imagino que junto con ilustrar al Ministerio, existe también la necesidad de deslindar con una afirmación de la página web del MINEDU que podría llevar a equívocos, la que textualmente dice que “este documento (el CN) toma en cuenta las recomendaciones presentes en la opinión técnica del CNE”. Algunas de estas sugerencias son: no están aprobados los programas curriculares; no hay guías para el desarrollo de los currículos de EBE y EBA; no hay documentos para la diversificación en regiones e instituciones educativas; no hay guías para implementar la evaluación formativa; no hay pautas para la apertura pedagógica y la creatividad en el aula.

La carta es enfática en su conclusión: “pensamos que para el 2017 lo más conveniente sería buscar procedimientos para validar en la práctica el CN, ajustando el currículo en aspectos específicos según sea necesario y buscando su implementación a partir del año siguiente. Pensamos que este procedimiento le daría mayor pertinencia pedagógica y legitimidad social al CN.

No quiero terminar este artículo sin volver a insistir en que se corrija la R.M. 281, en el aspecto que es la UGEL la que aprueba el Proyecto Curricular Institucional. Son las Instituciones Educativas las que lo aprueban actualmente con Resolución Directoral. Pretender que los funcionarios de las UGEL, con sus limitaciones de presupuesto y personal, y su desconocimiento de la realidad de cada institución educativa, aprueben el PCI es un despropósito solo posible porque quienes dan la norma desconocen en la práctica lo que son las UGEL y las escuelas. En todo caso que los funcionarios de las UGEL revisen, sugieran, orienten. Pero es la institución educativa, a la que en el discurso se empodera pero en la práctica se subordina con cada nueva norma, la que debe aprobar su Proyecto Curricular Institucional. Hagamos fuerza todos los docentes y directores para que se respete nuestra institucionalidad

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