Revista Padres Cosas # 209 Noviembre 2015

Padres de niños pequeños deben mirar lo que se viene

Examen de ingreso a las universidades 2025 Por León Trahtemberg (versión impresa completa)

Me encuentro frecuentemente con padres de familia de educación inicial que me preguntan si al terminar el colegio sus hijos estarán preparados para ingresar a la universidad. Se refieren a niños que egresarán de la secundaria en el año 2025 o más (si es que ésta sigue con el formato actual). Usualmente les pregunto ¿a qué preparación te refieres?. Me contestan que sepan suficiente matemáticas y aquello del conocimiento de las áreas curriculares que se adquiere actualmente en las secundarias peruanas para postular a la universidad, incluyendo aquello que tienen que memorizar para esos exámenes.

Es curioso cómo tantos padres piensan que los requisitos para el ingreso a la universidad de hoy se mantendrán inalterables hasta el 2025, como si todos los cambios culturales, tecnológicos, laborales, vocacionales y propiamente educacionales no se irían a modificar en los próximos 10 años. Todo ello, pese a todas las evidencias de los enormes saltos que va dando la educación mundial por los descubrimientos de la neurociencia, psicopedagogía y los importantes avances en los desarrollos tecnológicos y biotecnológicos que están impactando en el mundo de la educación básica y superior. Una educación en la que los jóvenes interactuarán con hologramas, avatares, robots, software inteligente, en aulas que serán como acuarios virtuales en los cuales las paredes cambiarán de imagen en función del tema que estén estudiando, simulando estar en el espacio, en el fondo del mar o en el interior de un museo. Por el lado de la neurociencia, (que aún está en pañales), habrá todo tipo de interfaces y chips que adheridos o implantados en el cuerpo humano estimularán el cerebro y sustituirán capacidades humanas que actualmente hay que usar para aprender del modo tradicional.

UNIVERSITARIOS 2025

Los universitarios estarán en un espacio globalizado con carreras académicas y profesionales que aún no existen hoy o que están en sus inicios pero en el Perú ni se las conoce. Carreras como agrochef, arqueólogo digital, agricultor vertical, biohacker, cirujano de la memoria, gestor de avatares docentes, inspector de cuarentena, ingeniero de órganos, meteopolicía, nanomédico, rastreador de trazabilidad, trabajador social de redes, etc.

Desaparecerá la exigencia de que todas las carreras duren 5 años o 10 semestres porque el tiempo de estudios será flexible en función de la carrera elegida y estará customizado en función de las características, intereses y dedicación de cada estudiante. Además, los estudiantes podrán suspender los estudios a media carrera para tomarse un tiempo para viajar, trabajar, investigar, tomar cursos en otras instituciones y luego regresar al campus con más experiencia. Habrá opciones de estudios online construidos a partir de catálogos de cursos modulares ofrecidos por todas las universidades del mundo que permitirán a los estudiantes armar su menú personal de cursos y experiencias, con todo tipo de acreditaciones (inclusive empresariales) en un contexto de educación continua y modular que realmente durará por toda la vida. Habrá más y más empresas que ofrecerán una educación superior de alto nivel a nombre de la empresa, sin requerir haber pasado por una universidad (como las actuales certificaciones que dan Microsoft y otras empresas de software o mecánica automotriz por ejemplo)

Habrá ecosistemas educacionales que integrarán investigación, aprendizaje e innovación, usando el estudio basado en proyectos, pedagogías online, blended learning, y abordajes modulares, para lo cual obviamente tendrán que generarse nuevas fórmulas para evaluar las capacidades de los postulantes y los logros de los estudiantes.

Todo ello aunado al creciente cuestionamiento que habrá sobre la conveniencia de pasar directamente de la secundaria a la universidad, ya que cada vez son más los países del mundo donde los jóvenes hacen un paréntesis de uno o más años entre ambos niveles para viajar, conocer mundo, trabajar, hacer servicio civil o militar y madurar antes de escoger alguna carrera, instituto, universidad o país en el cual estudiar.

REQUISITOS DE ADMISIÓN 2025

Ya hoy en día se observan en diversas universidades de avanzada en el mundo nuevas ofertas de carreras profesionales y cambios en los requisitos de admisión. Cada vez se le da menos peso a los logros académicos en matemáticas y lengua y se le da más peso a las actividades que reflejan la sensibilidad de los estudiantes hacia la comunidad, el medio ambiente, innovación, originalidad y las fortalezas del carácter expresadas en las tareas grupales y entrevistas personales.

Para tener una idea sobre los requerimientos que tendrán que cumplir los postulantes que deseen ingresar a estas universidades vale la pena echarle una mirada a las facultades de

arte y diseño avanzadas que les piden a los postulantes mostrar los trabajos que han hecho para definir si tienen el talento para ser admitidos. En algunas empresas se convoca a aspirantes sin distingo de haber estudiado en una universidad para ponerlos a prueba en campamentos de innovación, en los cuales tienen que resolver en grupo diversos problemas novedosos utilizando su inteligencia, creatividad y habilidades blandas.

Puedo imaginar que en el año 2025 al postulante universitario le pedirán que muestre qué ha inventado durante su vida escolar, o cómo es que agrupado al azar con otras personas es capaz de organizar al equipo para diseñar la solución para un proyecto o armar una pieza de teatro y representarla, o cómo utilizar todos los recursos tecnológicos existentes para generar nuevas aplicaciones… Es difícil imaginar que las universidades seguirán tomando exámenes escritos de conocimientos matemáticos o de solvencia verbal para definir quién es apto para ingresar a la universidad.

Resulta anecdótico cuánto se parece esto a los principios que rigen el MIT desde su fundación en 1861 y que fueron expuestos por su fundador William Barton Rogers en los términos “hands on, science based, problem focused engineering”. Fue lo que Jean Piaget luego denominaría aprendizaje constructivista (opuesto al memorismo). Ya hoy en día, bajo la misma inspiración el MIT formula sus estrategias al 2020 buscando fórmulas de aprendizajes flexibles y modulares apoyados en los desarrollos de las nuevas tecnologías que permiten customizar los ambientes, horarios y diversas maneras de comprometer a los estudiantes. (Institute-wide Task Force on the Future of MIT Education Final Report, 2014).

Siendo así, ¿qué sería una buena preparación para la universidad del año 2025 en adelante, cuando los actuales escolares de educación inicial ingresen a la educación superior?

ENTONCES ¿QUÉ EDUCACIÓN ESCOLAR HOY?

Si las tendencias favorecen la expresión de creatividad, innovación, habilidades blandas, habilidad para investigar y hacer trabajos innovadores en grupo y de trabajo en proyectos en los que se requiere la integración interdisciplinaria, el diseño de soluciones para problemas nuevos, el dominio de la tecnología dura y blanda, el sentido de comunidad… ¿no debería estar eso continuamente presente en la educación escolar de los niños para que se vuelva parte integral de su formación?

Los colegios de avanzada en el mundo apuntan en esa dirección. Pero son los menos, porque el peso que tiene la inercia educativa y los siglos de uso reiterado de paradigmas gestados en la revolución industrial con los que todavía se formaron los padres de familia y los profesores de esta generación son muy difíciles de recomponer. Por eso es que este nivel de innovación no se aprecia en las fórmulas que proponen los ministerios de educación ni en tantos colegios tradicionales que ofertan una educación tradicional como garantía de que si eso funcionó en el pasado, habrá de funcionar también en el futuro.

En esencia, los padres que matriculan a sus hijos pequeños en los colegios deben elegir entre aferrarse a lo que se ha venido haciendo en el pasado, con algunos refinamientos cosméticos, o incursionar en aquello que se orienta a asumir los retos del futuro desde hoy.

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Versión breve en la web de Padres-Cosas: Educación 2025: el examen de admisión del futuro (Padres-Cosas # 209 del 10 11 2015)

Me encuentro frecuentemente con padres de familia de educación inicial que me preguntan si, al terminar el colegio, sus hijos estarán preparados para ingresar a la universidad. Se refieren a niños que egresarán de la secundaria en el año 2025 o más (si esta sigue con el formato actual). Usualmente les pregunto: “¿A qué preparación se refieren?”. Me contestan que quieren que sus hijos sepan suficiente matemática y aquello del conocimiento de las áreas curriculares que se adquiere actualmente en las secundarias peruanas para postular a la universidad, incluido aquello que tienen que memorizar para esos exámenes.

Es curioso cómo tantos padres piensan que los requisitos para el ingreso a la universidad de hoy se mantendrán inalterables hasta 2025, como si todos los cambios culturales, tecnológicos, laborales, vocacionales y propiamente educacionales no se irían a modificar en los próximos diez años. Todo ello pese a las evidencias de los enormes saltos que va dando la educación mundial por los descubrimientos de la neurociencia, la psicopedagogía y los importantes avances en los desarrollos tecnológicos y biotecnológicos que están impactando en el mundo de la educación básica y superior. Una educación en la que los jóvenes interactuarán con hologramas, avatares, robots, softwares inteligentes, en aulas que serán como acuarios virtuales en los cuales las paredes cambiarán de imagen en función del tema que estén estudiando, simulando estar en el espacio, en el fondo del mar o en el interior de un museo. Por el lado de la neurociencia –que aún está en pañales–, habrá todo tipo de interfaces y chips adheridos al cuerpo, y estimularán el cerebro al sustituir capacidades humanas que actualmente hay que usar para aprender del modo tradicional.

UNIVERSITARIOS DEL FUTURO
Los universitarios estarán en un espacio globalizado con carreras académicas y profesionales que aún no existen o que están en sus inicios pero que, en el Perú, ni se las conoce; con especializaciones como las de agrochef, arqueólogo digital, agricultor vertical, biohacker, cirujano de la memoria, gestor de avatares docentes, inspector de cuarentena, ingeniero de órganos, meteopolicía, nanomédico, rastreador de trazabilidad, trabajador social de redes, etc. Desaparecerá la exigencia de que todas las carreras duren cinco años o diez semestres, porque el tiempo de estudios será flexible en función de la carrera elegida y estará personalizado en función de las características, los intereses y la dedicación de cada estudiante. Además, los estudiantes podrán suspender los estudios a media carrera para tomarse un tiempo para viajar, trabajar, investigar, llevar cursos en otras instituciones y luego regresar al campus con más experiencia. Habrá opciones de estudios online construidos a partir de catálogos de cursos modulares ofrecidos por todas las universidades del mundo que permitirán a los estudiantes armar su menú personal de cursos y experiencias, con todo tipo de acreditaciones (inclusive empresariales) en un contexto de educación continua y modular que realmente durará para toda la vida. Habrá más y más empresas que ofrecerán una educación superior de alto nivel a su nombre, sin requerir haber pasado por una universidad (como las actuales certificaciones que dan Microsoft y otras empresas de software o mecánica automotriz, por ejemplo).

Habrá ecosistemas educacionales que integrarán investigación, aprendizaje e innovación, y usarán el estudio basado en proyectos, pedagogías online, blended learning y abordajes modulares, para lo cual obviamente tendrán que generarse nuevas fórmulas para evaluar las capacidades de los postulantes y los logros de los estudiantes. Todo ello aunado al creciente cuestionamiento que habrá sobre la conveniencia de pasar directamente de la secundaria a la universidad, ya que cada vez son más los países del mundo donde los jóvenes hacen un paréntesis de uno o más años entre ambos niveles para viajar, conocer el mundo, trabajar, hacer servicio civil o militar y madurar antes de escoger la carrera, el instituto, la universidad o el país en el cual estudiar.

Según el autor, las habilidades que se exigen hoy no servirán en un futuro próximo.

REQUISITOS DE ADMISIÓN 2025
Hoy en día ya se observan, en diversas universidades de avanzada en el mundo, nuevas ofertas de carreras profesionales y cambios en los requisitos de admisión. Cada vez se le da menos peso a los logros académicos en matemáticas y lengua, y se le da más peso a las actividades que reflejan la sensibilidad de los estudiantes hacia la comunidad, el medio ambiente, la innovación, la originalidad y las fortalezas del carácter, expresadas en las tareas grupales y las entrevistas personales.

Para tener una idea sobre los requisitos que tendrán que cumplir los postulantes que deseen ingresar a estas universidades, vale la pena echarles una mirada a las facultades de Arte y Diseño avanzadas que les piden a los postulantes mostrar los trabajos que han hecho para definir si tienen el talento para ser admitidos. En algunas empresas, se convoca a aspirantes sin distingo de haber estudiado en una universidad para ponerlos a prueba en campamentos de innovación, en los cuales tienen que resolver en grupo diversos problemas novedosos utilizando su inteligencia, su creatividad y sus habilidades blandas.

Puedo imaginar que, en 2025, al postulante universitario le pedirán que muestre qué ha inventado durante su vida escolar, o cómo es que, agrupado al azar con otras personas, es capaz de organizar al equipo para diseñar la solución para un proyecto o armar una pieza de teatro y representarla, o cómo utilizar todos los recursos tecnológicos existentes para generar nuevas aplicaciones… Es difícil imaginar que las universidades sigan tomando exámenes escritos de conocimientos matemáticos o de solvencia verbal para definir quién es apto para ingresar a la universidad.

Lee el artículo completo en la versión impresa de PADRES-COSAS # 209

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Requisitos del estudiante que egresa de las aulas

Richard Gerver: “Hay demasiadas modas pasajeras en la educación”.Las escuelas se centran demasiado en lo académico. En España o Inglaterra los exámenes son la razón de ser de la escuela. Esto tiene que parar. La educación no va de aprobar exámenes, sino de desarrollar a los jóvenes para que tengan éxito. Los profesores no necesitan los exámenes para eso. Seamos serios. Están evaluando a sus alumnos todo el tiempo. Los exámenes existen porque les gustan a los políticos y los piden los padres. Pero, en realidad, como herramienta, obstaculizan la educación, no la mejoran. La OCDE señala que los países con sistemas que se centran en exámenes son en los que los chicos tienen más dificultades para encontrar un trabajo. Esto se debe a que la educación no está enfocada a su desarrollo, sino a prepararlos para un examen.

Artículo afin del Washington Post

A los padres que les preocupa que sus hijos menores que están actualmente en educación inicial o primaria estén en buenas condiciones para ingresar a las mejores universidades dentro de 5 o más años cuando les toque el turno de ser admitidos, bien vale la pena que lean cuál es la tendencia que se viene en los requerimientos de admisión.

OJO: Una de las diferencias entre educación siglo XIX-XX y siglo XXI es el giro desde la centralidad en el excesivo estrés académico (priorizando además las matemáticas-ciencias por encima de las artes y humanidades) hacia el énfasis en formar ciudadanos comprometidos y proactivos (valorando un espacio adecuado para las artes, el diseño y las humanidades). Si hubiéramos puesto énfasis en eso hace una generación, el Perú sería hoy muy distinto. En lugar de discutir cuántos puntos subimos en matemáticas o lectura en las ECE de 2do de primaria o en las PISA, preguntaríamos por los niveles de responsabilidad social, adecuación social y compromiso con el bienestar colectivo que expresan nuestros alumnos en sus estudios y proyectos escolares y universitarios).

En FB https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/741489022618302?pnref=story

Washington Post, January 20,2016

On Parenting To get into college, Harvard report advocates for kindness instead of overachieving By Lisa Heffernan and Jennifer Wallace

As your oldest child begins to fill out her college application, it is hard not to feel a rising panic. For the last four years she has thrown herself into her school work, taken AP classes, studied for the SAT, worked on the school paper, played on the field hockey team and tutored elementary school children.

Yet as she methodically records her activities on the application, it becomes clear that this was simply not enough. There are 10 looming blank spaces and although her days have been overflowing with homework, activities and volunteering, she has only five activities to report. There are 15 spaces to record the four AP classes she was so proud of taking.

You wonder who the kid is who can complete all of these blank spaces, and what has gone wrong that this is what applying to college now means.

A new report released today by Making Caring Common, a project of the Harvard Graduate School of Education, takes a major step in trying to change the college admissions process to make it more humane, less super-human.

Parents, educators and college administrators have long wrestled with the unintended negative side effects of the admissions process, like the intense focus on personal achievement and the unfair advantages of more affluent students. The report, entitled Turning the Tide: Inspiring Concern for Others and the Common Good Through College Admissions, aims to tackle these complex issues. It lays out a blueprint for addressing three of the most intractable challenges facing college applicants today: excessive academic performance pressure, the emphasis on personal achievement over good citizenship, and the uneven opportunities available to students of varying income levels and backgrounds.

Many colleges have tried to address these concerns over the years but it takes a unified effort to make a big impact, says lead author Richard Weissbourd. More than 80 stakeholders, including admissions officers (like Harvard’s), deans, professors and high school counselors have endorsed the report.

“It’s the first time in history that I’m aware of” that a group of colleges is coming together to lay out what is and what isn’t valued in the admissions process, says Weissbourd.

“Yes, we want students who have achieved in and out of the classroom, but we are also looking for things that are harder to quantify, [like] authentic intellectual engagement and a concern for others and the common good,” explains Jeremiah Quinlan, dean of undergraduate admissions at Yale University, one of the report’s endorsers.

In response to the report, Yale will be adding an essay question on next year’s application that asks applicants “to reflect on engagement with and contribution to their family, community and/or the public good,” Quinlan says. Yale will also “advocate for more flexibility in the extracurricular sections on both the Common Application and Coalition Application, so that colleges can more easily control how they ask students to list and reflect on their extracurricular involvement.”

The University of Virginia is also in agreement with the report. “We supportTurning the Tide because we philosophically agree with many of the principal points in the document, [like] promoting, encouraging, and developing good citizenship, strong character, personal responsibility, [and] civic engagement in high school students,” says Gregory Roberts, the school’s dean of admissions.

Like Yale, several of the report’s endorsers have already modified their admissions efforts or practices as a result of these findings. Weissbourd said that over the next two years, Making Caring Common will work with college admissions officers, parents, high school guidance counselors and others to further implement the report’s recommendations. He hopes that many of these points will eventually be incorporated into the Common, Coalition and Universal applications as well.

Here are five highlights from the report, along with tips from Making Caring Common for how parents can help turn the tide:

1. Reduce stress by limiting course loads and extracurricular activities. Admissions offices can reduce undue pressure by sending a clear message that “long brag sheets do not increase students’ chances of admission.” To make this point, the authors recommend applications provide room for only two to four activities or ask students to describe two to three meaningful activities in an essay. Tallying up a lengthy listing of AP credits should be discouraged in favor of more sustained effort in areas of genuine interest.

Parent tip: Help your teens by encouraging them to find activities, classes and volunteer experiences that are meaningful to them, but that do not create undue stress.

2. Value the different ways students make contributions to their families and communities. Current applications often disadvantage students from less affluent backgrounds who may make important but overlooked contributions, such as working part-time to help support their families or taking care of a family member, leaving them no time for extracurricular activities or community service. Colleges need to clearly communicate the high value they place on family contributions and give ample opportunity for applicants to explain their role. By doing so, the authors hope to redefine achievement in broader terms.

Parent tip: If your teens help to run the household, babysit a younger sibling after school, or make other significant family contributions, make sure they write about it on their applications.

3. Stress the importance of authenticity. At the heart the report is the notion that admissions committees are looking for students who are authentic and honest about their interests and accomplishments. Students are encouraged to find the right college fit by remaining true to themselves, keeping an open mind about their options and examining a broad range of colleges. It should also be made clear that over-coached applications can jeopardize admission. Confidence and integrity are best reflected in the student’s own voice.

Parent tip: College admissions officers can sense when an application is not authentic or trumped up. Help teens present themselves in their best light, while still staying true to who they really are.

4. Alleviate Test Pressure. Some colleges have already taken steps to de-emphasize the weight of the SATs and ACTs by making these tests optional. Admissions offices can reduce the pressure surrounding standardized tests by doing this or clearly explaining the test’s weight in the admissions process.

Parent tip: Try to discourage students from taking the same standardized test more than twice, as it rarely results in a meaningfully higher score. Remind your children of that.

5. Engage in meaningful community service. The report highlights a common misconception that volunteering for certain high-profile causes or traveling to exotic countries will make an application stand out. It will, but for the wrong reasons: namely that it looks inauthentic.

Parent tip: Help your teens find sustained community service opportunities that extend for a year or more where the student can be fully engaged in something that is important to them and, in turn, have a meaningful impact. Community engagement can take many different forms, from addressing local needs to serving in a soup kitchen to volunteering on a political campaign or making meaningful contributions at home. Look for opportunities where teens can work side by side with the people they are helping, instead of for them, which can sometimes feel patronizing and may not create as rich an experience.

There will be some applicants who will try to game these new recommendations by engaging in community service in which they have no real interest and later writing insincerely about their experience. However, Weissbourd notes, even students who engage in community service with misplaced motivation may have a powerful learning experience. Research shows that for many students service activities are an opportunity for maturity and growth, even when they are mandatory or driven by the college application process.