La competencia destruye la competitividad. Correo 13 03 2015

Escucho a padres y maestros sostener que para ser competitivos los chicos tienen que aprender a competir, por lo que introducen todo tipo de competencias y “orden de mérito” según notas desde la educación inicial y primaria. Con ello socavan la competitividad de sus hijos. Me explico.

Si la competitividad es la capacidad de la persona de desplegar sus potencialidades para abrirse paso entre sus pares con los que compite -sea en el deporte, artes, profesiones o en el mercado de bienes y servicios- cae por su peso la pregunta de cómo se logra alcanzar ese óptimo. Allí es donde se divorcian la competitividad con la competencia introducida desde edades tempranas en niños que aún no tienen la fortaleza para sostenerse con solidez en esa competencia. Es un despropósito hacer competir a un niño convirtiéndolo en un perdedor cuando aún es frágil, no ha constituido una personalidad sólida, está en proceso de construir su tolerancia al fracaso, a reconocer que así como tiene áreas débiles tiene otras fuertes sobre las cuales construirá su éxito y autoimagen de competente. Al hacer competir a los escolares de inicial o primaria entre sí, se cultiva la vanidad de unos pocos ganadores (cosa que les jugará en contra cuando tengan que enfrentar retos mayores en los que no siempre ganarán) y se golpeará la autoestima y seguridad en sí mismo de la mayoría que serán perdedores.

Eso no formará una generación de jóvenes competitivos.

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«Los alumnos que no compiten tienen una mejor salud mental” (David Johnson) «Cada vez que dos estudiantes trabajan juntos, la relación cambia: se entienden mejor, se aceptan y se apoyan mutuamente tanto en lo académico como en lo personal. Cuando no compiten, mejora su salud mental; ganan autoestima y mejora su habilidad para lidiar con el estrés. El grado de vinculación emocional entre los estudiantes tiene un profundo efecto en su comportamiento en el aula. Cuanto más positiva es esa relación, menores son las tasas de absentismo y de abandono. El sentimiento de responsabilidad sobre el grupo incentiva las ganas de emprender proyectos de mayor dificultad y mejora la motivación y la persistencia para alcanzar una meta conjunta. El grupo se siente unido frente a ataques externos o críticas y crece el compromiso por el crecimiento personal y académico del resto de miembros del equipo. Los niños que requieren tratamiento psicológico suelen tener menos amigos y sus amistades son menos estables a largo plazo. La esencia de la salud psicológica es la habilidad de construir, mantener y modificar las relaciones con los demás para conseguir determinados objetivos. Los que no son capaces de gestionarlo suelen presentar mayores niveles de ansiedad, depresión, frustración y sentimientos de soledad. Son menos productivos y más inefectivos en combatir la adversidad».

Testing times: children’s education should not be a competition, Stephanie Dowrick, MAY 4, 2018 Falsely “tough» competitiveness between children, adults, nations seems to drive conservative ideology increasingly. And it is profoundly unintelligent. It brings out the best in neither those currently “winning” – but in fear of losing their edge – nor those already “missing out” or regarding themselves as “losers”. By submitting your email you are agreeing to Fairfax Media’s terms and conditions and privacy policy. We learn best when we are most engaged and interested. We do not learn best when we are highly stressed or anxious. How simple is that? Cramming for exams narrows thinking. It does not teach what “thinking” and especially fresh or creative thinking can allow.