Ajedrez político complicado en busca de la paz en el Medio Oriente (León Trahtemberg)

Algunos lectores me preguntan, más allá de los post diarios que calientan las redes sociales con imágenes, videos, agresiones, ¿qué solución podría vislumbrarse al conflicto de Israel-Hamas en Gaza?

Paradójicamente, la enemistad del actual gobierno de Egipto hacia Hamas luego del derrocamiento de Mohammed Morsi de la ahora proscrita Hermandad Musulmana (aliada del Hamas) y el consecuente control severo del paso de alimentos, materiales y armas desde Egipto hacia Gaza debilita la capacidad mediadora que tenía Egipto cuando estaba en el gobierno la Hermandad Musulmana, porque Hamas no tiene mucho que ganar con esa mediación de un país enemistoso. Se necesita la intervención de otros mediadores que vean en su interés refrenar al Hamas (quizá entre los cercanos a Estados Unidos, como Turquía o Qatar, aliados y financistas del Hamas). Ello podría contar luego con el respaldo de Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Jordania, monarquías interesadas en que no se extienda la red de terrorismos e insurgencias islámicas en el Medio Oriente, porque puede convertirlos a ellos en las siguientes víctimas de la insurgencia como ocurrió en Libia, Siria, Irak y Sudán. Pero Hamas reclamará algún tipo de logro que exhibir, cuando menos un “empate” con Israel.

Por el momento Israel enfrenta una situación muy peculiar: Egipto, Arabia Saudita, EAU (siete Emiratos que componen la federación Abu Dabi, Ajmán, Fuyaira, Shardja, Dubái, Ras al-Jaima, Um al-Caiwain) y la Autoridad Palestina (Abbas) apoyan la acción decisiva de Israel contra el Hamas; en cambio Estados Unidos, Europa, Turquía y Qatar prefieren salvar la cara de Hamas para mantener la influencia y capacidad negociadora de estos países cuando luego haya que llegar a un acuerdo más definitivo con esquemas como la del “cuarteto” del 2002 (EE.UU., Europa, Rusia y ONU). De paso, evitarían que un Israel convencido de su potencia abrumadora pueda insistir en buscar una solución a la amenaza nuclear de Irán en momentos en que EE.UU. y Europa procuran llegar a un acuerdo «a su modo» para frenar el desarrollo nuclear de Irán.

No asumir los requerimientos de Washington significaría un alejamiento con Israel, pero por otro lado un cese de fuego que no garantice la seguridad de Israel sería altamente riesgoso e impopular dentro de Israel con altos costos políticos (y electorales).

Para la Autonomía Palestina un cese de fuego con Hamas victorioso haría más popular al Hamas no solo en Gaza sino en la Cisjordania (margen occidental), de modo que en el momento de la reconciliación Hamas- Fatah en lugar de que Abbas gane prestigio en Gaza ocurrirá lo contrario y Hamas tendrá cada vez más peso en el liderazgo de la Autoridad Palestina. Podría ser que el líder de Hamas Khaled Mashal algún día sea el sucesor de Abbas que defina si negocia o no con Israel y en qué términos.

En el año 1993 para los acuerdos de Oslo, Itzjak Rabin y Yasser Arafat tuvieron el liderazgo sobre sus respectivas naciones que les permitió avanzar haciendo duras concesiones en ambos lados, que lamentablemente se estancaron por la negativa de los radicales de ambos lados de aceptar tales acuerdos. Hoy en día Netanyahu y Abbas no tienen esa envergadura de liderazgo ni consenso ni fuerza representativa de sus respectivas naciones, por lo que resulta más decisiva aún la intervención de un equipo internacional de peso para abrir los surcos hacia la paz.

Lo que Israel no podrá aceptar es un acuerdo que no garantice su paz interna y seguridad, más allá de lo que ocurra en los países vecinos.

Israel sabe que un cese de fuego con destrucción de túneles sólo abre un paréntesis de 3 ó 4 años hasta el siguiente round como ocurre desde el 2006 y que esta espiral seguirá en la medida que no haya un acuerdo de paz regional. Tendrá que tomar acción para defenderse cada vez que sea necesario. Pero ¿qué podría ocurrir en el interín para romper este círculo vicioso?; ¿cómo afectarán los desarrollos en Siria -sea que caiga o se mantenga Assad en el poder- a Jordania, Líbano (Hizballah) y los palestinos?

Sin duda se trata de tejer una compleja red de intereses que hagan sentir a todos que todos ganan para lo cual quizá habría que retornar a la mediación de un grupo de países con influencias en la zona como el «Cuarteto” para el proceso de paz del conflicto árabe-israelí que se conformó en el año 2002 con Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y las Naciones Unidas. En su momento el enviado a mediar fue Tony Blair.

Este acuerdo podría incluir un paso más flexible de personas y mercaderías entre Gaza e Israel y Egipto a cambio de alguna fórmula de desmilitarización, renuncia al terrorismo y reconocimiento de los acuerdos ya existentes entre Israel y los palestinos, así como el reconocimiento de una autoridad palestina única para la Margen Occidental y Gaza (Mahmoud Abbas) que represente al conjunto en cualquier negociación. Un proceso así sería lento, tendría pequeños avances cada vez, pero no parece haber otra alternativa mejor.

Mientras eso ocurra, seguiremos lamentando las imágenes de pánico, muertos, heridos, entierros, que a toda persona sensible conmueven, esté en el bando que esté, con Israel defendiendo con fuerza su seguridad y Hamas buscando la mayor notoriedad a través de la violencia.

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