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Prevención no funciona (consumo de tabaco, alcohol y drogas)
DARE, el programa para reducir consumo de drogas calificado como muy bueno por el 97% de educadores y profesionales encuestados, desde 1983 ha llegado a 80% de distritos escolares públicos de Estados Unidos, abarcando 26 millones de estudiantes a un costo de 1,000 millones de dólares. Sin embargo, las investigaciones más serias muestran que apenas se redujo en un pequeño porcentaje el consumo de cigarrillos, alcohol y drogas, y todo ello en el corto plazo porque no hay ninguna reducción significativa en el largo plazo.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. revisó 741 programas similares, y solo encontró algún efecto positivo en 41 de ellos. De 16 programas orientados a reducir la deserción escolar solo uno evidenció tener algún efecto. Los expertos estiman que los programas más exitosos son los que tienen efecto en 15% de atendidos. Lo que pasa es que la conducta humana es muy terca y difícil de cambiar sus hábitos y tendencias, y se requieren otro tipo de estrategias para tener mejores resultados (Educar hoy, Bronson & Merryman, Cap 8).

Entre los pocos programas que evidencian tener buenos resultados en las mediciones de largo plazo hay uno que se lleva a cabo con niños de inicial que se conoce como “Herramientas de la Mente” (creado en Denver en 1997 por Elena Bodrova y Debora Leong). Se caracteriza por enfatizar los planes escritos de las tareas a realizar por los niños y luego un período largo de juego en el que los niños asumen diversos roles todos los cuales obligan a la autorregulación de sus conductas. Uno de sus juegos emblemáticos es el de los bomberos, que dura una hora. Los alumnos hacen sus planes escritos y señalan los roles que se requieren.

Luego viene la representación y un alumno hace de denunciante de un incendio; otro de operador telefónico de emergencias que hace sonar la alarma, otro de bombero que lleva la manguera, otro de chofer de motobomba que llega al incendio, y cada uno actúa su rol durante una hora, de modo multidimensional y sostenido. Los niños aprenden a usar el pensamiento abstracto a través del juego, aprenden a conceptualizar, planificar, imaginar escenarios, pensar en soluciones, y asumir su rol, todo lo cual abona a favor de su autocontrol, autodirección y focalización en el cumplimiento de sus tareas.

Otra estrategia que funciona muy bien es la lectura por pares. Mientras un niño lee un cuento en voz alta, el otro le sostiene el libro y lo escucha. Luego se invierten los roles, y es el otro el que le cuenta el cuento al primero. Con ello mejoran notablemente su atención y su comprensión lectora.

También funciona la autoevaluación de sus escritos. Por ejemplo, cuando escriben letras pedirles que encierren en un círculo aquella que les parezca mejor lograda, para diferenciarlas de las que están por pulir. Otra estrategia importante es la de hacerles asumir roles pre establecidos. Los autores hacen recordar que si a un niño le piden que copie en su cuaderno lo que escribió el profesor, puede sentirse intimidado porque no sabe escribir tan bien, pero si en un juego se le pide que sea el mozo de una pizzería y tome nota de los pedidos de los clientes, escribirá sin problema alguno. SI un profesor le pide a un niño que esté quieto por más de dos minutos no aguantará. Pero si juega a ser soldado en una escenificación y debe estar quieto en el juego, puede hacerlo por varios minutos. En suma, una cosa es escuchar sobre algo y otra meterse en el papel, hacer suyo el tema del que se está hablando, asumir roles en las dramatizaciones.

Esa es la clave del fracaso de los programas de prevención que los alumnos escuchan y hasta valoran, pero no hacen suyos por la distancia entre su aceptación mental y su actitud personal.´

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