Correo 18 07 2014

Los equipos de fútbol, al igual que los gobiernos nacionales, muchas veces tienen que tocar fondo para reinventarse. Le pasó a la URSS, al Perú pos 1er García, está a punto de ocurrirles a Venezuela, Argentina y Cuba que están próximos a tocar fondo y ser inviables con sus modelos políticos y económicos actuales. En el fútbol ahora le ha tocado a la selección de España y particularmente la de Brasil, que de milagro (con ayuditas en cada partido) llegó hasta el partido con Alemania; pero allí quedó grabada la debacle evidenciando que necesita reinventarse.

En cambio los que venían de abajo y trabajaron en serio empezaron a levantar vuelo, como los equipos de México, Costa Rica, EE.UU., Colombia y Chile.

Siempre he pensado que lo peor que le puede pasar al Perú es clasificar un equipo para el mundial pensando en que por suerte o por ayuda divina llegaríamos, sin la existencia de un andamiaje de trabajo previo bien hecho para ser luego merecedores de una clasificación. Premiar a quien hace las cosas mal es la antesala de la debacle posterior.

Me pregunto si la educación peruana no ha tocado fondo y necesita reinventarse de una vez por todas, lo cual obviamente por ser un asunto de gran envergadura no lo puede hacer un partido o gobierno solo, sin el concurso de todas las fuerzas políticas. Ojalá que el gobernante elegido del 2016 entienda que esa es su misión.

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Contra el fútbol, de todo corazón.En los mundiales la despersonalización llega a su clímax. Entonces todo el mundo, los mendigos sacoleros de las grandes aldeas latinoamericanas y los monjes del desapego de las alturas del Tíbet y el presidente de Francia y el colegio de cardenales, hacen entrega de sus responsabilidades ciudadanas, humanas, y civiles, y se olvidan de todo, mientras la casa se nos cae en pedazos. Y el grito de gooool estremece los cimientos de los edificios hasta el lúgubre Saturno. Y nadie te pregunta como antes, cómo estás, sino cómo van, como si no existieras. El fútbol pertenece a la categoría de las drogas de evasión, como las religiones burocráticas, el opio y la cocaína.Y cuenta (como las religiones burocráticas, el opio, la cocaína) y la pornografía y la guerra, entre las más poderosas multinacionales en la crónica de la criminalidad moderna. Aunque parezca exagerado, así parece: ni más ni menos.

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