Me resulta poco soportable ver los desfiles militares del 29 de julio. Me parecen innecesarios y perturbadora la idealización que el locutor hace de las gestas militares de nuestra historia. Muchos nos preguntamos “si fuimos tan buenos, valerosos, amantes de la patria, responsables, disciplinados, etc. ¿por qué perdimos las guerras, territorios y los principales problemas del Perú son la corrupción, la inseguridad ciudadana, la falta de valores cívicos, la displicencia en los servidores públicos, la discriminación y exclusión de los pueblos nativos? Después de todo, buena parte de nuestra historia fuimos gobernados o cogobernados por esas elogiadas cúpulas militares.
¿Por qué tantos peruanos no vibran con su peruanidad? Pienso que es difícil identificarse con figuras inalcanzables por el idealismo y forjar orgullo a partir de falsedades respecto a múltiples actores de la Historia del Perú. Por ejemplo, justificadamente se reconocen virtudes en personajes como Bolívar, Grau, Olaya, Haya de la Torre, Carrión, pero a la vez se han tergiversado románticamente la rebelión de José Gabriel Condorcanqui o la forma de morir de Alfonso Ugarte. Se ocultan contradicciones como el origen de los esclavos que liberó Castilla cuando supuestamente ya no existirían desde que San Martín declaró la Independencia. Inclusive se han falseado el origen y letra del Himno Nacional…
Junto con ello, y basta leer algunas páginas del libro “Historia de la Corrupción en el Perú” (Alfonso Quiroz), se ha ignorado o limpiado a quienes enlodaron con su incompetencia o corrupción las acciones de los gobiernos civiles o de las Fuerzas Armadas (cuya cúpula no tan lejana hoy está presa). ¿Se puede construir identidad y orgullo nacional en base a tergiversaciones o falsedades? Los niños y jóvenes peruanos, aunque no puedan explicarlo o argumentar, sienten que algo anda mal en todos estos relatos que son inconsistentes con su realidad.
Mientras no seamos capaces de sincerarnos, mirarnos al espejo sin máscaras y maquillajes para reconocer las debilidades contra las cuales debemos luchar, dificulto que podamos salirnos del círculo vicioso de incompetencia y corrupción que frena nuestra realización como nación.
Pero soy optimista, porque poco a poco nos estamos acercando al espejo.
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