A veces el sentido común del quehacer cotidiano en una economía de mercado no es el más inteligente ni acertado de los sentidos cuando se lo quiere aplicar en ámbitos no empresariales o comerciales, como lo es el educativo.

Por ejemplo: el sentido común empresarial podría decir: «Mientras antes los alumnos aprendan a leer y escribir, tanto mejor. Tendrán ventajas». Y a partir de ello elegir centros de educación inicial que presionen a los niños para que aprendan a leer y escribir a los 5 años o antes, cuando al menos 2/3 de ellos no están maduros para disfrutar de ese aprendizaje.

Quizá aprenderán «a la fuerza», pero con el paso de los años los padres se preguntarán: «¿Por qué nuestros hijos no leen espontáneamente?», «¿Por qué no disfrutan de la escolaridad?». Y quizá entonces se preguntarán si haber aprendido a leer y escribir bajo presión, tortuosamente, llevó a sus hijos a disfrutar de los aprendizajes escolares posteriores, y si los problemas de motivación, conducta o rechazo total a áreas como matemáticas no tienen que ver con esas huellas del apresuramiento grabadas en la primaria.

Otro ejemplo: el sentido común empresarial nos dice que en un mundo competitivo es bueno que los alumnos aprendan a competir desde pequeños. Inspirados en ello, los profesores de primaria hacen competir a los alumnos en las clases de matemáticas o lectura para ver «quién calcula más rápido» o en las clases de lenguaje para ver «quién lee más rápido».

La economía de mercado enseña que la competencia es buena porque crea una tensión por mejorar entre los competidores. Pero la “economía pedagógica” dice que no hay peor incentivo para un estudiante débil que hacerlo pasar por la vergüenza continua de ser el eterno perdedor. Porque desde antes de las competencias los profesores ya saben quiénes ganarán y quiénes perderán. Eso sólo alimenta la soberbia de los ganadores y debilita la autoestima de los perdedores.

En la economía de mercado, el perdedor sale del mercado. En la economía educativa, ¿queremos que el perdedor salga de la escuela, de la comunidad, que sea un resentido crónico? En los hechos, eso es lo que está pasando.

Es curioso que en Finlandia, país líder del mundo en educación, se permite que los niños empiecen a leer formalmente recién a los 7 años. La lógica parece ser “es mejor que el alumno aprenda por sí solo, a empujarlo anticipadamente a que aprenda presionado”. Ello, debido a los efectos negativos que produce para el mediano plazo iniciar la escolaridad con miedos, angustias y rechazos. Junto con ellos, todo lo que el alumno aprenda por sí solo, por curiosidad y motivación propia, será mucho más estimulante y enriquecedor que aquello que aprende por presión de otros.

¿Qué sentido tiene que los padres asuman que lo que el niño no puede aprender a los 6 o 7 años, lo vaya a aprender a los 5 años? ¿Alguien le enseñaría a un niño de primaria cálculo diferencial e integral? Esa es más o menos la analogía. Muchos estudiantes de ciencias, economía o ingeniería aprenden el Cálculo Diferencial e Integral tortuosamente, sin llega a entenderlo nunca. Se limitan entonces a usar algunas fórmulas para derivar o integrar mecánicamente, sin entender qué están haciendo. Pregúntenles si más allá de esas odiosas clases y exámenes en las que se veían obligados a usar algunas fórmulas de derivadas e integrales, si los han seguido usando más adelante para sus quehaceres profesionales. No se sorprendan que después de esos exámenes, jamás los hayan vuelto a usar.

Si los padres realmente quieren que sus hijos disfruten de sus vidas escolares, dejen que aprendan las cosas con paciencia, que se diviertan aprendiendo; denles tiempo para entender sin mecanizarse, no presionen a los profesores a hacer algo que todos los entendidos dicen que es nocivo.

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Mientras antes, peor

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De otras fuentes

The Science of Sport, January 05, 2009

Relative Age Effect of Olympic Athletes in Beijing 2008

El mes de nacimiento y su impacto en el éxito en los deportes
The Matthew Effect: Talent ID and sports science application
Roger H. Barnsley and George Stebelsky Sociology of Sport journal, 1991, 8, 146-151 …

Why Preschool Shouldn’t Be Like School. New research shows that teaching kids more and more, at ever-younger ages, may backfire. By Alison Gopnik

Artículo afin:
Si lo traducimos a consejos de Hawking para escolares ¿tendríamos los colegios de hoy?
1. No trabajes demasiado duro en las asignaturas
2. No pierdas oportunidades por tratar de parecer interesante
3. Mantén las cosas simples
4. Diviértete
5. Busca algo esperanzador, incluso si te enfermas gravemente
La universidad es un gran paso para cualquier estudiante, en ella comienzan los estudios de lo que se supone que es su verdadera pasión. Es también una instancia para conocer gente con los mismos intereses, personas que podrían transformarse en los amigos de toda una vida. La educación que ahí se recibe entrega las herramientas para desempeñarse en el mundo laboral y poder comenzar a ganar dinero para establecerse de forma independiente. Todo esto es comúnmente aceptado y remarcado por padres, profesores y ex alumnos, pero en un artículo el genio físico Stephen Hawking da sus propios consejos, 5 cosas importantes para la vida que la universidad no te enseñará y que son fundamentales para lograr la plenitud:
1. No trabajes demasiado duro en las asignaturas
Si lo que estudias en verdad es tu pasión, deberías poder verlo y trabajar en ello en cualquier ámbito de tu vida; lo encuentras en la calle, en el supermercado, en eventos sociales; sabes reconocerlo y aprendes constantemente. Eso le sucedía a Hawking, él sólo dedicaba una hora diaria a sus estudios en Oxford, el resto del tiempo vivía su vida y reflexionaba sobre lo que le iba apareciendo en el camino, una técnica que lo convirtió en quién es hoy en día.
2. No pierdas oportunidades por tratar de parecer interesante
Cuando llegamos al nuevo mundo universitario sentimos una inseguridad muy grande, queremos impresionar y hacer nuevos amigos, y a veces nos desviamos de lo que nos hizo entrar ahí en primer lugar. El científico explica que no hay que confundir las prioridades; las fiestas y la vida social pueden hacernos creer que eso es lo único importante y rebajar nuestro aprendizaje.
3. Mantén las cosas simples
Lo más simple es lo importante. Hawking recomienda tratar de pensar en términos de imágenes y asociar las palabras con analogías y diagramas. Dice también que la mejor explicación es aquella que es simple y fácil de entender por cualquier persona. Eso mismo ha aplicado él en sus libros y por lo mismo son tan populares.
4. Diviértete
Divertirse es algo que no hay que dejar de lado ni mirar en menos. La vida hay que aprovecharla y la universidad es un gran espacio para pasarlo bien.
5. Busca algo esperanzador, incluso si te enfermas gravemente
Stephen Hawking es el ejemplo mismo de esta frase. Él ha tenido que vivir postrado en una silla de ruedas durante décadas y aún así su pasión lo ha mantenido activo. Aprovecha su tiempo, hace clases, va a reuniones, escribe libros, reflexiona, nadie puede decir que se rindió luego de haber llegado al estado que todos conocemos.

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