¿Qué país de América Latina tiene una educación pública con futuro auspicioso? Ninguno. Las comunidades educativas de todos los países se quejan por su deficiencia e incapacidad de dar buena educación a sus alumnos para lidiar con las exigencias de su tiempo. Las gestiones ministeriales hace casi 40 años intentan hacer viable el mismo modelo educativo necrosado, sin mayor éxito.

Mientras los gobernantes, burocracias ministeriales y sindicatos magisteriales encuentran la cuadratura del círculo y concuerdan con alguna fórmula mágica, quizá haya que ir pensando en darle una opción educativa complementaria a los niños y jóvenes, que no dependa del aparato formal ministerial ya existente. Podría ser un sistema de educación complementaria, regida por una institución diferente al ministerio de educación, que ofrezca un abanico completo de actividades educativas extracurriculares, de refuerzo y complemento, presenciales y virtuales, a las que pueda acceder todo niño peruano tanto en época de clases como fines de semana y vacaciones mediante un “bono extracurricular”.

Allí podría desarrollar sus capacidades sin que ello dependa exclusivamente de las clases y profesores de la escuela pública formal oficial. Esta no necesariamente anda mal por culpa de los profesores (hay muchísimos que son competentes, dedicados, responsables y hasta sobresalientes), sino por falta de visión, creatividad y voluntad innovadora de los gobernantes, congresistas y las burocracias oficiales.

Agreguemos a eso que buena parte de la educación privada latinoamericana también languidece por estar basada en modelos educativos retrógrados e inviables para nuestros tiempos, que siguen basados en la idea de que la escuela es una cárcel con reglas autoritarias y represivas en la que está prohibido disfrutar y lo que es peor, pensar. Por ello muchos jóvenes de sectores privilegiados ya acuden a las mil formas de esta educación complementaria.

Darle a los niños y jóvenes la opción de asistir a actividades educativas complementarias, diferentes a las convencionales, puede abrirles las puertas mentales, corporales, expresivas y emocionales que la educación tradicional les cierra.

¿Locura? Bueno, tenemos la obligación de pensar en fórmulas locas porque las que corresponden al pensamiento convencional tradicional no dan (ni parece que van a dar) resultados satisfactorios.