En el Perú el bullying existe desde el virreinato. Ha sido un estado abusador de cholos e indios por generaciones (Paco Yunque). Esto se ha agravado por la falta de contrapesos sociales y legales, de autoridades que contengan la carga hostil hacia los débiles y explotados capaces de procesar a los abusivos (con una policía y poder judicial al servicio de los poderosos y un Congreso que legisla para las minorías aristocráticas y adineradas). Los peces gordos usualmente se salen con la suya.
No se puede pretender que por arte de magia se extinga esa historia del bullying de ricos contra pobres, extranjeros contra peruanos, explotadores de recursos naturales contra nativos, autoridades contra débiles y pobres, servicios públicos contra usuarios pobres y enfermos, empresas de agua, luz, teléfono contra usuarios individuales, acosadores contra mujeres, gobiernos contra lisiados de las FFAA y PNP, y muchos contra los negros, cholos, nativos, homosexuales.
¿Por qué nos sorprende que haya bullying en los colegios peruanos si esa es la manera natural de relacionarse entre peruanos dependiendo de su nivel de poder y riqueza? Por si fuera poco la estructura de la escuela peruana que hace competir a unos contra otros, rankearlos, premiar al más rápido o destacado y desaprobar al débil, convertir a unos en titulares y a otros en suplentes desde edades tempranas, etc. apunta a premiar al fuerte y golpear o excluir al débil. Eso lo sienten y entienden perfectamente los padres de alumnos que tienen alguna debilidad en su capacidad académica, personalidad o habilidades sociales. No puede desaparecer el bullying en una sociedad peruana en la que reina la discriminación y existe una relación jerárquica entre personas basada en sus condiciones étnicas o socioculturales.
Dicho todo eso ¿se puede hacer algo al respecto? Sí, siempre se puede hacer algo para mejorar el mundo. En cuanto a los colegios primero es bueno saber que la víctima golpeada en su autoestima sufre daños psicológicos. Puede convertirse por un lado en una piñata de agresiones sin capacidad de reaccionar, una típica “mosca muerta”, lo cual puede derivar hacia tendencias autodestructivas (suicidas) o puede ocurrir lo contrario, convertirse en un híper-agresor el día que se sienta suficientemente fuerte y le quiera hacer a sus victimarios lo que antes hicieron con él. Aquí los profesores y padres juegan un rol importante, ya sea como aliados implícitos de los agresores -si es que se mantienen resignados y silenciosos- o como agentes de la protesta, interviniendo para poner límites a estas agresiones.
Por el lado del victimador-agresor, es bueno saber que desarrolla un sentimiento de omnipotencia, que todo lo puede, sin límites a sus abusos, para quien los derechos de los demás no existen. Aquí los profesores y padres juegan roles importantes, ya sea como aliados permisivos y sobreprotectores del agresor, lo cual solamente lo alentará a seguir agrediendo y eventualmente algún día convertirse en un trasgresor adulto (delincuente), o al contrario, como contenedores del agresor, poniendo límites y sanciones que lo obliguen a revisar sus actitudes y aprender a ser respetuoso y a convivir en paz con los débiles y diferentes.
Finalmente están los observadores, los testigos de los abusos, sean profesores, padres o especialmente compañeros de clases. Las investigaciones enseñan que en el 85% de los casos de bullying hay testigos pasivos presentes, y que en los casos en que algunos de los testigos intervienen en defensa de la víctima, se reducen en 50% estos casos de bullying. En otras palabras, se juega la alternativa entre formar ciudadanos pasivos e indiferentes o formar ciudadanos activos, comprometidos para ser activos en busca del cambio y la paz social.
Aquí los profesores y padres tienen un rol central. Ayuda mucho conversar con los hijos sobre los conflictos sociales en la escuela, hogar, calle, animándolos a actuar de modo autónomo y responsable. También les ayuda nutrir sus capacidades empáticas desde que son pequeños, respecto a todos los que los rodean, incluyendo a los que usualmente no son cercanos a ellos, como el chofer del bus, el vigilante, o un niño nuevo recién llegado a clase. Significa ayudar a los niños a considerar las perspectivas de aquellos con quienes tienen conflictos así como las de sus compañeros que son diferentes a ellos en sus costumbres, rasgos culturales u otras características personales, familiares o étnicas, procurando siempre balancear sus necesidades con las de los demás.

¿Deberíamos enseñar amistad en las escuelas? Aprender a hacer las paces, tan importante como la tabla del 3 Las peleas entre niños afectan a su aprendizaje y desarrollo emocional

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