Aurora Digital Israel 27/10/2011 Coloquio 21/12/2011
1. Hay un famoso chiste que dice que si un judío naufraga y llega a una isla abandonada, una de las primeras cosas que hace en ella es construir dos sinagogas: una a la que asistirá y otra a la que jamás asistirá. Una vez más, el humor ilustra una de las características históricas del pueblo judío (en realidad, de todos los pueblos) de que a lo largo de su evolución se van creando grupos de interés, poder, diferencias personales e ideológicas, etc. que van fracturando las sociedades y que quedan representados por los que están “adentro” y los que están “afuera”. Lo que diferencia a los judíos de otros pueblos es que son un grupo marcadamente finito. No hay muchos más de los que ya son, de modo que cada uno que sale de adentro hacia afuera, se pierde, y no hay muchas opciones para encontrar más judíos afuera para engrosar los números de los de adentro.
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2. A lo largo de mi vida como activista comunitario y director de colegio judío, he encontrado no pocos exdirigentes, exmilitantes, exfuncionarios, que aún a edades tempranas están “afuera” con lo que se pierde toda su experiencia, talento y capacidad de contribución. Algunos, porque sintieron que la tarea comunitaria fue desgastante y mal reconocida, por lo que una vez que se agotaron dieron por concluido su aporte para pasar a ser observadores pasivos o militantes periféricos. Otros, que se apartaron por algún maltrato que produjo resentimientos no curados, se alejaron del todo. En algunos casos, inclusive más allá de la muerte, porque pedían no ser velados ni enterrados por su comunidad. Todos ellos tienen familiares que usualmente se identifican con el ser querido que fue maltratado y asumen su dolor como propio por lo que siguen el mismo camino de apartamiento del protagonista principal.
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3. Cuando se habla de la demografía judía decreciente, y los peligros que significa para una minoría universal ser cada vez más pequeña (e ignorable en sus necesidades e intereses, o sea prescindible), se suele enunciar como factores explicativos la baja natalidad (que no compensa la mortandad), y la asimilación derivada de la falta de una educación e identidad judía significativa, y/o la proliferación de aquellos matrimonios mixtos en los que los hijos no encuentran una ruta judía a seguir. Algunos autores también aluden a la falta de sentido judío de la vida comunitaria judía y la falta de un liderazgo éticamente sano y con un fuerte magnetismo capaz de darle rumbo a la vida judía. A esos factores yo quisiera agregar uno más: la incapacidad de trabajar y recuperar a los agotados y resentidos.
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4. En las sociedades más avanzadas que han tenido terribles manchas de dictaduras, genocidios o abusos de unos contra otros, se han establecido “comisiones de la verdad” cuyo objetivo final es la reconciliación de las sociedades con su pasado y su presente, para mirar con optimismo el futuro. Aprender a vivir con la carga del pasado pero procurando curar las heridas de los afectados, aceptar responsabilidades, llevar a juicio a los victimadores y reparar a los victimados. En suma, la reconciliación parte del reconocimiento de las culpas y la realización de las acciones necesarias para hacer justicia y reparar a los damnificados. Sin eso no hay reconciliación posible y más bien las heridas sangrantes pueden durar generaciones, hasta el siguiente gran conflicto y la siguiente gran fractura de la sociedad.
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5. Las comunidades judías desde antaño contaban con un “Beyt Din” comunitario, para resolver conflictos entre judíos siguiendo las reglas de la convivencia judía. En otras palabras, dado que en toda sociedad hay conflictos, existía la instancia que se ocupaba de tratarlos y ponerles fin con alguna solución o arbitraje.
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6. Con los antecedentes enunciados, la pregunta que cabe es ¿puede ganar algo el pueblo judío creando instancias apropiadas al siglo XXI capaces de identificar y recuperar a los judíos agotados o resentidos que sean recuperables? Siempre habrá aquellos heridos o distanciados que sean irrecuperables pero ¿acaso son todos?. Presiento que hay un buen número que lo único que requiere son unos cuantos gestos que evidencien acercamiento, reconocimiento de errores y reparación, para que puedan volver a algún tipo de activismo comunitario. No pocos son gente con experiencia, talento, visión, capacidad de liderazgo, aporte de conocimiento.
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7. Hace poco tuvimos una vez más la experiencia de Yamim Noraím. Nuevamente los rabinos y dirigentes hablando de la importancia del arrepentimiento y del perdón. Agregaría: siempre y cuando sean los otros los que lo hagan. Me refiero a discursos huecos como el de nuestro reciente expresidente de la república que solía decir “si alguien se ha sentido ofendido por mí le pido disculpas” con lo que más que un reconocimiento honesto de sus culpas por las acciones equivocadas lo que transmitía era el mensaje de que aquellos tontos que tienen la debilidad de ofenderse innecesariamente, dense por recompensados con una disculpa. O como decía su antecesor ante los críticos o resentidos, “lo que pasa es que no me han entendido”, con lo que nuevamente la culpa de cualquier desavenencia cae en aquél que se resiente por no haber sido capaz de entender las buenas intenciones del líder. Esas disculpas, hacen más daño que reparaciones, porque solamente ilustran la cerrazón del agresor y su incapacidad de reconocer sus propios errores y hacerse cargo de una disculpa sincera.
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8. En mi opinión, uno de los roles principales del liderazgo judío de hoy es este. Fortalecer las comunidades con el aporte de quienes se alejaron o fueron alejados, y convertirse en referentes integradores del pueblo judío. Al menos con esos valores quizá se puedan identificar las nuevas generaciones de activistas judíos.
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Artículo original en la revista Aurora

http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Mundo_Judio/40937/

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