La semana pasada reseñé los hallazgos del libro “¿Cuán relevante es la educación escolar en el desempeño universitario?” de los investigadores Arlette Beltrán y Karlos La Serna de la Universidad del Pacífico. En él nos explican los factores que influyeron en el rendimiento académico a lo largo de los 10 ciclos académicos de sus 491 estudiantes ingresantes en marzo 2006 que terminaron en julio 2009 (incluyendo 3 ciclos vacacionales).

Los resultados mostraron que las variables más significativas fueron la calificación promedio en matemáticas y comunicación durante los últimos tres años de secundaria, así como el nivel de los contenidos matemáticos y la aptitud numérica. Las variables socio-económicas no generaba mayores diferencias y el ser egresado de colegios preuniversitarios marcaba alguna desventaja con el paso de los semestres (cosas que habría que verificar en otras universidades donde probablemente los resultados sean diferentes)*. Entre las variables psicológicas, destacaron la alta necesidad de logro –metas elevadas- y autodisciplina, así como el gregarismo y habilidades sociales de los alumnos.

La limitación de este estudio es que nos dice qué es aquello que permite que los colegiales se conviertan en universitarios con buenas notas. Pero, no nos dicen nada respecto al éxito en la vida post universitaria.

No nos muestran correlación alguna entre tener buenas notas en la universidad y tener un desempeño profesional exitoso, ser mentalmente sanos y maduros, tener una presencia pública respetada, capacidad de generarse empleo e ingresos decorosos proporcionales al esfuerzo invertido, lograr formar una familia estable, tener una conducta ética que refleje respeto a las leyes y al estado de derecho, etc.

Sería bueno que la Universidad del Pacífico, además de continuar el seguimiento de esta cohorte por 20 años más para analizar si existe alguna correlación, haga el ejercicio inverso. Es decir, identificar a los egresados exitosos y a los fracasados, y rastrear 10, 20 y 30 años atrás cómo fue su desempeño escolar y universitario. Esos hallazgos podrían dar más luces sobre cuáles son los predictores del éxito más relevantes y confiables, y cuáles son los factores que más pesan para forjar dicho éxito.

Podrían encontrarse interesantes sorpresas.

* El colega Alberto Melgar hace notar lo siguiente: Es importante precisar que los colegios preuniversitarios reciben muchos alumnos que se cambian de colegio en los 2 o 3 últimos años, con frecuencia con alguna desventaja (de orden académico, económico o familar), por lo tanto tienen menos tiempo para trabajar con ellos y brindarles algunas ventajas comparativas en su formación. Quizá sea más fácil para un colegio tradicional conseguir resultados en 11 años con un(a) alumnos(a)sin dificultades que para un preuniversitario en 2 ó 3 años.

Artículo pevio

Predictores escolares del buen desempeño universitario
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