No hay nada más educativo y preventivo para las personalidades políticas que el estudio de su futuro, lo cual es tan factible como lo es para un médico anticiparle a un enfermo cuáles serán en el futuro los desarrollos de su enfermedad. Para ello basta estudiar las estrepitosas caídas de tantísimos personajes de la vida pública universal que alguna vez fueron poderosos y terminaron absolutamente marginados y despreciados. Hacerlo a tiempo puede evitar errores y desatinos irreversibles.

La historia política de nuestro continente muestra innumerables casos de líderes que en cierto momento estuvieron en la cima de la popularidad, pero que luego se convirtieron en objeto de mayúsculos desprecios. Le ha pasado a presidentes como Alberto Fujimori, Collor de Mello, Abdalla Bucaram, Augusto Pinochet, Carlos Menen, Carlos Andrés Pérez por citar solo a los de los países más cercanos. En otros cargos de poder pasa lo mismo. ¿Imaginaron hace dos años Nicolás Hermosa, Víctor Joy Way o el mismo Vladimiro Montesinos que hoy estarían presos? Indudablemente les faltó o falló su visión de futuro.

Por eso precisamente cuando el equipo del presidente Alejandro Toledo está iniciando su quinquenio de gobierno, es cuando más debe aprender del futuro. Es decir, aprender de lo que podría pasar en el futuro si es que se repiten los errores y las corrupciones de los gobernantes citados.

Pensando preventivamente, dos cuestiones deberían encabezar su autoevaluación cotidiana. La primera deviene de reconocer el encanto del poder, cuyo ejercicio es placentero y estimulante pero que a la vez tiende a inhibir la escucha a los consejeros honestos por preferir a los aduladores.

A mayor soberbia y violencia en el ejercicio del poder, mayor el rencor acumulado y el deseo de venganza en los afectados que buscarán el desquite cuando el péndulo oscile en dirección contraria. Mientras mayor sea la tolerancia, el respeto al rival y la capacidad de diálogo democrático -a pesar de las discrepancias-, menores serán los rencores y las cuentas pendientes para cuando rote el poder, así como mayor será la capacidad de los opositores para reconocer lo valioso del antecesor.

Pero estas cosas tienen que pensarse cuando se está en el clímax del poder y no recién cuando se cae en desgracia. ¿Podría pasarle al Presidente Toledo lo que le pasó a Alberto Fujimori?. ¿Podría quedar alguno de sus más notables ministros, congresistas o asesores en la situación cuestionada de Carlos Boloña, Carmen Lozada, o los detenidos Víctor Joy Way y Vladimiro Montesinos?

La mejor garantía para la estabilidad del país y el cuidado de las honras de las personas después de estar en el poder, es su capacidad de ser tolerantes, cívicamente correctos y muy cuidadosos de la ley cuando están en la posición de poder. De paso, eso puedo marcar un importante ejemplo para los políticos de las diversas bancadas y especialmente para la juventud, que desde la tribuna televisiva incorpora día a día los valores, usos y costumbres de sus gobernantes y líderes de opinión.

Por eso es imprescindible tener presente que tarde o temprano todos tendremos que rendir cuentas por nuestros actos. Eso no sólo ayuda a tener una brújula moral en la mente, sino que nos protege del peor enemigo que todos tenemos, que es nuestro propio mundo interno cuando nos sentimos omnipotentes, infalibles y eternos.

La segunda cuestión es la conciencia sobre la pendularidad del poder. Saber que unas veces tendremos éxito, otras fracasaremos. Unas veces estaremos en el lado ganador, pero otras en el perdedor. Si queremos ser respetados y bien tratados cuando inexorablemente estemos abajo, debemos actuar con humildad, corrección y generosidad política cuando estamos arriba.

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Los políticos deberían aprender del futuro (León Trahtemberg 23 12 2001)La historia política de nuestro continente muestra innumerables casos de líderes que en cierto momento estuvieron en la cima de la popularidad, pero que luego se convirtieron en objeto de mayúsculos desprecios. Les ha pasado a presidentes como Alberto Fujimori, Collor de Mello, Abdalla Bucaram, Augusto Pinochet, Carlos Menen, Carlos Andrés Pérez por citar solo a los de los países más cercanos. En otros cargos de poder pasa lo mismo. ¿Imaginaron hace dos años Nicolás Hermosa, Carlos Bergamino, Alberto Venero, Víctor Joy Way o el mismo Vladimiro Montesinos que hoy estarían presos? Indudablemente les faltó o falló su visión de futuro. Por eso precisamente cuando el equipo del presidente Alejandro Toledo está iniciando su quinquenio de gobierno, es cuando más debe aprender del futuro. Es decir, aprender de lo que podría pasar en el futuro si es que se repiten los errores y las corrupciones de los gobernantes citados.

Aprender del futuro, León Trahtemberg, El Comercio 02 08 2006. Alan García debería preguntarse ¿qué tienen en común el panameño Manuel Noriega, el costarricense Miguel Ángel Rodríguez, el nicaragüense Arnoldo Alemán, el chileno Augusto Pinochet, el rumano Nicolae Ceaucescu, el yugoslavo Slóbodan Milósevic el peruano Alberto Fujimori, y por un buen tiempo el mismo Alan García entre tantos más?

Aprender del futuro. El Comercio, 02 Ago 2006. LT: hace 10 años, con motivo del triunfo electoral de Alan García, publiqué este artículo que resultó premonitor tanto para el gobierno de Alan García como el de Ollanta Humala, que cayeron en los mismos pecados políticos que Alberto Fujimori y Alejandro Toledo. Quien sabe, a propósito del artículo posteado de Carmen McEvoy «El ritmo del Chino», sería interesante que sea releído por los allegados y aspirantes presidenciales del 2016.

EL TERROR AL DESEMPLEO EMPIEZA A MOVER SUS FICHAS Europeans back funding vocational training over higher education Fears over youth unemployment and excessive university expansion could be behind weak support as some countries mull shift. The survey of nearly 9,000 citizens in eight European countries reveals that, when forced to prioritise one area of education, only 17 per cent chose higher education, compared with 30 per cent who want more vocational education and training (VET). Thirty-nine per cent backed general schooling and 15 per cent preschool. High levels of youth unemployment across southern Europe could also be driving support for vocational education there, said Professor Busemeyer. When asked why they backed some forms of education over others, respondents “care mostly about jobs”, he said.