La prestigiosa revista científica norteamericana “Scientific American”, en su número de marzo del 2002 trae un importantísimo artículo titulado “Cómo debería enseñarse a leer” (“How should reading be taught?”) escrito por los investigadores Keith Rayner, Barbara R. Forman, Charles Perfetti, David Pesetsky, Mark Seidenberg.

Allí mencionan que la American Psychological Society ha terminado de revisar una voluminosa investigación sobre los procesos mentales que están detrás de la habilidad para leer y sobre cómo debe enseñarse a leer. Los resultados son muy perturbadores para los padres y educadores que quisieron estar a la moda.

Se analizaron los tres métodos usuales. El denominado “holístico” o de palabras completas, por el que los niños aprenden a captar 50 a 100 palabras completas, como si fueran fotografías, y luego van adquiriendo paulatinamente palabras nuevas conforme las ven aparecer y reaparecer en los textos que leen.

Un segundo enfoque es el “fonético”, por medio del cual los niños aprenden la relación entre las letras y los sonidos asociados a ellas (fonemas), aprendiendo a usar el alfabeto completo para producir sonidos. Sin embargo, dado que la correspondencia entre letras y sonidos no es perfecta, y que las reglas gramaticales tienen muchas excepciones, se ha considerado que este método es más confuso. El tercer método es el denominado “lenguaje global”, que utiliza estrategias similares a las del método “holístico” pero da más peso a la experiencia del niño con el lenguaje. Por ejemplo a los niños se les ofrece libros interesantes y se les anima a adivinar las palabras que no conocen en base al contexto de lo que leen, o apoyándose en las figuras que acompañan al texto. Este método procura hacer que la lectura sea placentera y procura evitar la rigidez de la enseñanza directa del método fonético, tratando de hacerlo de manera casual, conforme el niño queda expuesto al texto. Los adherentes a este método recomiendan que no se corrija a los niños cuando leen mal, y dejar que fluya naturalmente la habilidad de leer, así como ocurre con la habilidad de hablar.

Muchos profesores adoptaron el “lenguaje global” por el atractivo de sus soporte filosófico progresista. Después de todo, hacer que la lectura sea placentera, que mantenga al niño motivado y que dependa más de lo que el alumno hace que de lo que el profesor hace, le da en la yema del gusto a los educadores progresistas. Lo que más atrajo a los profesores respecto a este método fue el hecho que les daba el poder para crear el currículo a su libre iniciativa y el tratar a los niños como participantes activos, una combinación que ha sido promovido con mucho entusiasmo por las celebridades de la educación.

Pasado los años, decenas de lingüistas y psicólogos ha denunciado que no hay ningún sustento en la investigación para preferir el “lenguaje global” frente al fonético que es el que da mejores resultados.

La investigación ha demostrado claramente que entender cómo las letras se vinculan con los sonidos de las palabras es muy importante y crítica para aprender a leer, y este es el sustento del método fonético es más exitoso. Si bien algunos niños hábiles pueden inferir los principios fonéticos por sí mismos, la mayoría necesita una instrucción fonética explícita porque de lo contrario su habilidad para leer se verá seriamente afectada.

En general los lectores que aprendieron las reglas fonéticas pudieron leer muchas más palabras que quienes fueron entrenados en procedimientos de holísticos o de palabras completas. Investigaciones con programas de computadoras que estimulan la manera como los niños leen también indican que ganar el dominio sobre los fonemas es más fácil de aprender que asociar las palabras completas a sus significados. De modo que una enseñanza sistemática del método fonético produce mayores logros para los lectores principiantes.

Si la investigación es tan contundente, ¿porqué continua aún el debate sobre cuál es el mejor método? Porque la controversia está impregnada con las diferencias filosóficas entre la educación tradicional y la progresista, que dividen a los educadores desde hace años. El fonético está asociado a la educación tradicional mientras que el lenguaje global está asociado a la pedagogía progresista que es sostenida por quienes favorecen el aprendizaje alumno-centrado y el empoderamiento del profesor. Lamentablemente, se equivocan al no entender que estos admirables valores educacionales son igualmente posibles con el método fonético.

La investigación acumulada citada por el Scientific American evidencia que los jóvenes que han aprendido fonéticamente al crecer leen mejor, pronuncian mejor y comprenden mejor los textos que aquellos que tuvieron que descubrir las confusas leyes lingüísticas por si mismos. Sin embargo, no son evidencias unívocas. También las hay en sentido contrario